CON OTRA MIRADA

Fiesta cívica

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El sábado 25 de abril tuvo lugar en la Plaza Mayor de la Ciudad de Guatemala la más grande manifestación cívica que recuerdo, convocada no con el objeto de disfrutar de algún espectáculo de entretenimiento o por simple ocio, sino para manifestar rechazo ciudadano ante el ínfimo desempeño administrativo de un gobierno usurpado por la podredura.

A lo largo de tantísimos años, incluidos aquella noche oscura de los 36 de guerra interna (1960-96), se inculcó en el imaginario de los guatemaltecos que toda manifestación era para favorecer alguna medida gubernamental impopular o aplaudir políticos circenses, lo que requería acarrear pobladores ingenuos desde comunidades lejanas, sindicalistas infames y empleados públicos, todos ellos comprados por un insustancial pan con pollo, privilegios laborales o la sempiterna amenaza de perder su puesto laboral correspondientemente.

En esta oportunidad, redes sociales, movimientos académicos, escritores y estudiantes universitarios, motivados por la denuncia de latrocinio y defraudación fiscal desde dentro del Estado, dada a conocer el pasado jueves 16 por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), se unieron, sin existir vínculo entre ellos, para convocar a manifestar su repudio frente al Palacio Nacional y solicitar la renuncia del presidente y la vicepresidenta. La positiva reacción de la ciudadanía no se dejó esperar. La Plaza Mayor acogió a más de 50 mil almas que fueron llegando desde los cuatro puntos cardinales y coparon aquel emblemático espacio público, testigo de grandes gestas cívicas desde que la Nueva Guatemala de la Asunción se asentó en ese lugar, en 1776.

Sin distingos de nivel social, poder adquisitivo, raza, edad, religión o simpatía política, y dentro del más absoluto orden y respeto, al unísono se manifestó el rechazo de una población hastiada de tanto desmán, negligencia y desfachatez en el manejo de la cosa pública. Esta vez no hubo acarreados, sindicalistas ni empleados públicos comprometidos; tampoco delincuentes infiltrados ni orejas, lo que hizo de aquel encuentro una verdadera fiesta cívica, que dejó impreso en la memoria de quienes participamos, en las fotografías y videos que circularon con profusión, así como en el registro documental de los medios de comunicación que cubrieron la actividad, que a partir de ese día las cosas cambiarán en nuestro país, pues la conciencia cívica ha despertado del letargo en que estuvo.

La participación de los estudiantes universitarios fue notoria e importante. Fue muy agradable ver a los sancarlistas desfilar en orden, con consignas claras y atinentes, con rostros descubiertos e hidalguía, pero sobre todo, reivindicando la importancia de interesarse y manifestarse en los asuntos de interés nacional.

De La Antigua Guatemala asistimos un grupo de unos 40 vecinos, con la consigna de exteriorizar nuestro repudio a la corrupción y exigir independencia judicial. Entre otras pancartas destacaron dos: “Este cartel lo compré con mi dinero y no con el de los contribuyentes” y “Nos quitaron tanto, que acabaron quitándonos el miedo”. Más claro, ni el agua.

jmmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.