Flagelos que marcaron el 2013

La otra, menos asimilada en los distintos estratos sociales, es la corrupción que igual marcó hondamente el curso de este gobierno, que nada pudo o quiso hacer por reducir sus indicadores vergonzosos, y en vez de reconocer esa penosa realidad, se dio a la tarea de buscar desacreditar los resultados de una encuesta que dio a conocer Transparencia Internacional, en la que se evidenciaba que nuestro país había caído dramáticamente en la percepción de ese flagelo y se colocaba a la cola de las naciones más corruptas.

Ambas situaciones son de mucha preocupación, aunque ciertamente son la violencia y la inseguridad las que más afectan a la gran mayoría, y entre las razones de peso para reforzar ese sentimiento está que también nuestro país se ubica entre las naciones más violentas del mundo, con una cifra promedio de 16 muertes al día por esa causa, una estadística que a todos nos hace desear que las fuerzas del orden obtengan mejores resultados en la lucha contra el crimen, porque es una realidad desesperanzadora.

En cambio, muy pocos son conscientes del daño que también ocasiona la corruptela, y quizá por ello en el Estado parecen haberse perdido los controles por hacer la gestión más transparente, y es durante la actual administración cuando más se han irrespetado los procesos de adquisiciones públicas, ya que se han popularizado hasta límites insospechados las compras por excepción, que no son más que mecanismos inmorales para obtener sin cotización, virtualmente con proveedores escogidos a dedo que no enfrentarán mayor competencia.

Lo que muy pocos saben es que en el fondo se trasluce una irresponsabilidad en el uso y manejo de recursos, porque no es cierto que las oficinas gubernamentales hagan de la excepción un procedimiento más eficiente, sino que se usa para burlar claramente procedimientos de transparencia que de otra manera obligarían a cumplir con mecanismos de sana competencia y donde los contribuyentes pueden tener información fidedigna de cómo se gastan los funcionarios los recursos de los guatemaltecos, cuando prevalece capacidad y probidad administrativa.

El fin de semana anterior, en nuestras páginas se les dio espacio a varios guatemaltecos que no dudaron en responder que anhelaban la paz y la tranquilidad cuando se les preguntó qué era lo que más deseaban en esta época, y es cierto, la violencia es lo que más castiga a la población, pero igualmente puede considerarse mortal la corrupción, porque limita opciones de desarrollo en salud y educación a millones de personas que de verdad necesitan la ayuda que puede hacer una gran diferencia en sus vidas.

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