¿Guatemala feliz?

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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—emociones y sentimientos—, asociados a la satisfacción y/o autorrealización individual y colectiva al alcanzar una o varias metas: la felicidad. La felicidad se define como “el grado con el cual una persona evalúa la calidad total de su vida presente, considerada en su conjunto, de manera positiva. En otras palabras, en qué manera aprecia una persona la vida que lleva”. (Veenhoven, 2001).

Cada tres años se publica El Índice del Planeta Feliz, un índice alternativo de desarrollo, bienestar humano y ambiental elaborado por New Economics Foundation. Está diseñado para medir el desarrollo de los países con base en la expectativa de vida, la percepción subjetiva de felicidad y la huella ecológica.

La última medición del 2012 coloca a Guatemala entre los 10 países más felices del mundo. Costa Rica ocupó el primer lugar por segunda vez consecutiva en el listado global, seguida de Vietnam y de Colombia, superando en felicidad a los Estados Unidos, China y España. Nuestro país encabeza este ranquin junto con El Salvador, Panamá, Nicaragua y Venezuela. Argentina ocupa el puesto número 17, Chile el 19; México el 21 y Brasil el 22.

Ahora bien, el constructo de la felicidad es polisémico y difuso, y es estudiado desde diversas ciencias y disciplinas como la filosofía, la psicología, la sociología, la teología y la antropología.

Por ejemplo, Aristóteles consideraba que el fin que busca el hombre es la felicidad, que consiste en la vida contemplativa —conjunción entre el acto del intelecto y el acto de la percepción sensorial—. Además, creía que solamente mediante la política la ética puede manifestarse, por ello afirmaba que la tarea de la política —el Estado como instrumento— consiste en hacer a los ciudadanos felices. Argumentaba que sólo se puede ser feliz en un Estado que sea justo y que permita la suficiente libertad para actuar a sus ciudadanos. También rechazaba que la riqueza pueda ser la felicidad, pues es un medio para conseguir placeres o bien para conseguir honores.

No obstante, la medición de la felicidad en la sociedad guatemalteca deja muchos cabos sueltos en cuanto a su rigurosidad metodológica y consistencia técnica. Esto implica que no debemos obviar los aspectos objetivos del bienestar humano y calidad de vida —salud, educación, PIB per cápita, organización social, pobreza, población, medio ambiente y tecnología—, teniendo en cuenta que estas categorías no son incompatibles con la generación del capital social, a manera de trascender la pirámide de las necesidades humanas postulada por Maslow, y así amortiguar el estrés societal.

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