Incongruencias en tiempos difíciles

Esto puede tener explicaciones diversas, que van desde la idiosincrasia nacional hasta las dinámicas neuronales humanas, aunque  cuando ocurre en dependencias del Estado, por lo regular se trata de una mezcla de  imprudencia, intereses políticos y una dosis de divorcio con la realidad.

Este parece ser nuestro caso, donde el Ejecutivo ha entrado en una auténtica crisis anunciada de recursos, pero que a pesar de todas las señales, ahora la salida parece estar orientada a complicarles más la vida a los ciudadanos, pues lejos de apretarse el cinturón o implementar un convincente plan de respuesta, las presiones se encaminan hacia otros sectores, a los que se busca convencer de la necesidad de conseguir recursos a cualquier costo. Seguramente por la vía del endeudamiento,  con el agravante de que se trata de créditos caros que servirán para pagar deudas atrasadas.

El empecinamiento del Gobierno solo refleja la displicencia con la cual han tratado las finanzas nacionales, en un sistema que solo ha acrecentado el gasto, con  raquíticas posibilidades de inversión que incentiven el desarrollo, aunque ahora pretenden presionar al Congreso y convencer a otros sectores de cubrir necesidades impostergables como es el caso de Salud.

Ayer, precisamente, al menos tres sectores, incluidos los representantes del Ejecutivo, se dieron a la tarea de lanzar amenazas, para que se apruebe con la mayor brevedad el desembolso de recursos, que podrían alcanzar los cuatro mil quinientos millones de quetzales. Si bien pueden ser legítimas las demandas de pago, caen en un momento en que debe privar la reflexión sobre la estabilidad macroeconómica del país, por más que seamos el Estado menos endeudado de la región.

El mismo Gobierno advirtió de que si no consigue esos fondos se   prepara la emisión de letras del tesoro para conseguir recursos de manera inmediata, lo cual les permitiría al menos terminar el año, pero se trata solo de un parche que deberá ser pagado en un breve plazo a un elevado costo, lo cual no solo es antojadizo, sino imprudente.

Por ello es que se anticipa una fuerte oposición en el Congreso, porque las prioridades apuntan más a beneficios políticos y clientelares, y eso no puede más que desembocar en una dura  batalla para el Ejecutivo,   en la antesala de un año electoral.

Lamentablemente,  lo que menos se escucha es un discurso que sea congruente con la crisis, quizá porque obnubila  el espejismo de la reelección que afecta a cada partido oficial  y también por ello es que se cae fácilmente en el tradicional argumento de  repartir culpas y evadir responsabilidades.

Es momento de replantear la estrategia, por lo menos para sortear de mejor manera el último año de gobierno, que se avizora conflictivo y,  por ende, requiere de madurez, criterio técnico y creatividad, para no caer en las  peroratas de anteriores administraciones.

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