CON OTRA MIRADA
¿Independencia?
Hasta el último tercio del siglo XVIII el territorio del Reino de Guatemala fue de 545,000 Km2 con más de 4,500 Km de costas continentales, desde Chiapas hasta una parte de la actual Panamá. En 1783, España cedió a Inglaterra 4,802 Km2 para la explotación del palo de tinte y en 1786, otros 1,883 Km2 con 255 Km de costa; no incluyó el mar territorial ni la plataforma continental.
El 28 de agosto de 1821 Comitán se independizó de España; el 3 de septiembre Ciudad Real y Guatemala el 21 de ese mismo mes, heredando las concesiones al imperio Inglés. El territorio independizado fue de 494,000 Km2 (51,000 Km2 menos), con unos 4,500 Km de costas. En 1822 se anexó a México y se separó al año siguiente, constituyéndose la República Federal de Centro América, la que se disgregó con la separación de Honduras, Nicaragua y Costa Rica en 1838 y de El Salvador en 1841.
La pérdida de territorio fue una constante hasta 1882, cuando el general Justo Rufino Barrios firmó el Tratado de Límites cediendo a México, graciosamente y sin reclamo, cerca de 50,000 Km2 y más de 300 Km de costas en el pacífico, y a Belice, más de 22,000 Km2 con unos 370 Km de costas atlánticas. En otras palabras, el territorio que ha llegado hasta nosotros es de 108,889 Km2 y 312 Km de costas en los océanos Atlántico y Pacífico, sustancialmente menor del que tuvo la Capitanía General.
Hace apenas tres días se cumplió el 195 aniversario de la declaración de independencia de España, oportunidad propicia para reflexionar sobre la historia.
De la síntesis sobre la pérdida del territorio es fácil deducir que otros asuntos importantes se resolvieron a espaldas de los intereses de la nueva República. Quienes tuvieron la responsabilidad de tomar pequeñas, medianas o grandes decisiones, hoy solo pueden ser juzgados con la imparcialidad que el tiempo otorga. Sin embargo, algunos personajes que nos han llegado como héroes por quienes registraron sus hechos, fácilmente pueden ser tachados de traidores a la patria, sea por acción u omisión, ante el análisis frío de la historia.
Cosa distinta será juzgar hechos recientes, cuando aún están presentes el fragor de los hechos, heridas abiertas y vejámenes no resueltos, tal lo ocurrido entre 1944 y 1985 o más difícil aún, de 1985 al día de hoy.
Lo vivido a partir de la denuncia del Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala el 16 de abril de 2015 sobre la red de corrupción y saqueo del Estado desde la presidencia de la República y sus consecuencias, supuso para los ciudadanos una gran lección a la clase política. Con desazón, sabemos que no fue así. Eso implica que el problema no está en quién gobierna sino en las mafias y cuerpos ilegales enquistados en la administración, que pervierten a quien llega al poder.
De ahí la vigencia de La Chalana, canto estudiantil de 1922: Patria, palabrota añeja, / por los largos explotada; / hoy la patria es una vieja / que está desacreditada. / No vale ni cuatro reales / en este país de traidores; / la venden los liberales / como los conservadores.
¿Alguna novedad o algo qué celebrar?