Un inesperado tipo de terrorismo
El vuelo MH17 de la línea Malaysia volaba a once mil metros de altura. Para ser alcanzado es necesario el uso de armamento cuyo manejo necesita entrenamiento. El misil utilizado por los separatistas no tiene fabricación occidental, lo que deja a Rusia en una posición muy difícil ante el mundo. Hay muchos, posiblemente miles, de esos misiles en las manos de grupos civiles armados dispuestos a todo con tal de lograr sus fines. Y hay muchos países donde esta gentuza está presente, por numerosas y diversas razones.
Lo ocurrido en los cielos ucranianos es tan serio como el mayor ataque terrorista de la historia: el derrumbamiento de las dos torres gemelas de New York, el 11 de septiembre del 2001, gracias al uso de aviones de pasajeros convertidos en armas de destrucción masiva. Un acto se puede calificar de terrorista cuando está dirigido con el fin de causar la muerte de personas inocentes, cualesquiera que estas sean. Por eso, haber lanzado una granada contra un autobús de pasajeros hace algunos días, en la zona 18, constituye terrorismo.
Los actos terroristas influyen miedo aun a quienes no fueron sus víctimas. La terrible posibilidad existente ahora es que viajar a once mil metros, en una aerolínea de cualquier bandera, constituye un riesgo ajeno a la posibilidad de una falla humana de la tripulación o del mantenimiento, o de fenómenos naturales como tormentas, por ejemplo. Incluso volar sobre el mar, a medio océano, puede ser peligroso a causa de ataques con misiles de semejante alcance.
Lo que debe ser analizado de manera cuidadosa es cómo tiene que actuar la comunidad internacional, unida, contra quienes lancen ataques terroristas de cualquier nivel o alcance. Son enemigos de la humanidad, literalmente, y no pueden justificarse tales acciones con motivos de recuperación de territorio, anexiones a países, cruzadas religiosas, etcétera. El alcance global de las armas crea enemigos globales de la raza humana. Cualquier acción en contra de ellos debe ser considerada un acto de defensa propia de la humanidad. Nunca había sido tan evidente la necesidad de actuar de esa manera.
No hacerlo también tendría consecuencias desastrosas en el campo económico. Los aviones comerciales no pueden ser equipados con misiles defensivos. Pensarlo es absurdo. Lo que queda es esa acción conjunta, empleando la tecnología, para encontrar a los terroristas y neutralizarlos permanentemente. Suena exagerado, pero no lo es cuando se piensa que no hay forma de admitir que la aviación de pasajeros constituya un blanco para lograr cualquier causa.