Infraestructura y combustibles
Otra cosa sería si nos dijesen que esos quetzales más por galón sirviesen para utilizarlos “única y exclusivamente” en la construcción de viaductos, pasos a desnivel, distribuidores de tráfico, semáforos inteligentes y, ante todo, para el financiamiento de los ramales pendientes del Transmetro, cuyo funcionamiento impactaría en la disminución de automotores, cuyos dueños preferirían dejarlos en casa y, por ende, la congestión del tráfico, que además de reducirse sustancialmente, disminuiría la pérdida de horas hombre por el tráfico.
¿No le parece que esto tiene más lógica que esos miles de millones se pierdan en el hoyo negro del Presupuesto General de la Nación, sin otorgarles a los contribuyentes ningún beneficio tangible?
Pero en el último análisis, el Transmetro es la única solución para eliminar el caos vehicular. No hay otra metodología para disminuir la carga vehicular en la Ciudad que la utilización del transporte masivo, cuya eficiencia, seguridad y satisfacción de usuarios en los ramales que funcionan es excelente. El problema surgió cuando, por intereses millonarios espurios, se creó el Transurbano, el cual no se compara en eficiencia, comodidad y seguridad.
Hay tres mil buses —esos buses chatarra que nadie sabe si realmente existen— recibiendo mensualmente un subsidio de Q7 mil 192. Según los estudios, solo el 46% salen a la calle, o sea, casi la mitad son fantasmas. El Estado de Guatemala ha erogado en materia de subsidio, del 2004 al 2012, Q2 billones 190 mil millones 200 mil. Son tantos ceros de corrupción que hasta marean la vista. Si se hubiesen utilizado para ampliar el Transmetro seríamos la capital latinoamericana con el mejor servicio de transporte público.
Quique Godoy, el artífice del Transmetro durante su gestión como vicealcalde con Álvaro Arzú, lo ha reiterado siempre: “Lo que se requiere es un transporte tan eficiente que hasta los que tienen recursos lo utilicen. Además hay que llevar el hospital, la escuela y hasta los empleos al municipio en donde residen las personas. No al revés”.
Pero, además de lo anterior, uno de los factores determinantes para estimular el desarrollo económico es contar con una infraestructura vial que permita el transporte de mercadería a velocidades razonables y de acuerdo con estándares internacionales que es de 70 kilómetros por hora.
Guatemala tiene uno de los más bajos de la región, 15 kilómetros por hora, no solo por la falta de carreteras de cuatro carriles, sino por el número de túmulos, uno por cada kilómetro. De balde ha sido la aprobación de la ley de la libre circulación. Ni un solo túmulo ha sido eliminado. Por el contrario, se han incrementado.
Retornando al tema original, si algo tiene lógica y potencialidad es que cualquier impuesto a los combustibles sea utilizado para el mejoramiento de la infraestructura vial, incluyendo también los puertos, que van de la mano con el mejoramiento de la competitividad de nuestro país.
Hay muchas ideas en el cotarro de las necesidades nacionales. Están en el mismo anaquel junto al frasco del sentido común.
Esta es solo una de ellas.
alfredkalt@gmail.com