LIBERAL SIN NEO
Ingeniería social
En días pasados se conoció la noticia de que el gobierno de China estaría descartando su “política de un hijo”. La revista Newsweek señaló que “como un símbolo del estado coercitivo —un gobierno autoritario dictando las decisiones más íntimas que una persona puede hacer— no hay mucho que pudiera superar la “política de un hijo” de la República Popular de China”. Esta política inició entre 1978 y 1980, prohibiendo a parejas tener más de un hijo, sin permiso del gobierno, so penas desde fuertes multas hasta, el aborto forzado y esterilización. Esta es ingeniería social extrema.
Mao Zedong, “padre fundador” de la República Popular de China y Presidente del Partido Comunista Chino, gobernó este país con mano implacable desde 1949 hasta su muerte, en 1976. En 1958 lanzó su gran modelo económico revolucionario, conocido como “el gran salto hacia adelante”, que profundizó la colectivización de la tierra y el campesinado en persecución de la industrialización. Se prohibió la producción “privada” de alimentos y toda actividad y activos agropecuarios se colectivizaron bajo propiedad y dirección del Estado. Esto provocó “la gran hambruna China” de 1958-1962, en la que murieron de hambre entre 30 y 40 millones de campesinos chinos. Paradójicamente, mientras estuvo en el poder, Mao se opuso a que el gobierno impulsara el control de la natalidad y alentaba a las familias a tener la mayor cantidad de hijos, ya que según él, el crecimiento de la población “empoderaba al país”. El propio Mao tuvo cuatro esposas y 10 hijos. El comunismo de Mao impuso un estado policíaco que controlaba todo, pero no la planificación familiar.
Lo paradójico es que el Partido Comunista Chino, con monopolio absoluto del poder, empezó en 1979 a impulsar el “camino capitalista”, que ha producido desde entonces un desarrollo económico espectacular que ha sacado de la pobreza a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo, que se haya visto en la historia. Sin embargo, es durante ese mismo tiempo que este gobierno, económicamente liberal, ha controlado férreamente la planificación familiar con la política de un hijo.
Esta política habría evitado el nacimiento de cerca de 400 millones de niños. Más allá del “éxito” en contener el crecimiento de la población, como señala Newsweek, “esta ley draconiana ha dejado cicatrices emocionales, sociales y económicas con las que el país y sus ciudadanos estarán lidiando por muchos años. Sus consecuencias se sienten en toda China, especialmente en las áreas rurales pobres, donde su aplicación fue particularmente brutal”. Independientemente de las consideraciones morales sobre el aborto e infanticidio masivo, esta medida ha tenido muchas consecuencias no intencionadas. En términos demográficos, está surgiendo un envejecimiento de la población y un desequilibrio entre la cantidad de hombres y mujeres, por la tradición de la preferencia por el hijo varón. Además, se han producido generaciones de niños creciendo en familias con el síndrome de “hijo único”, a quienes la prensa y analistas han apodado “los pequeños emperadores”.
El gobierno de la República Popular de China anunció que modifica su política de un hijo; ahora se permitirá a las familias tener dos. El asunto de fondo es si el Estado puede o debe dictar a las familias cuántos hijos pueden tener. Un corolario es la noción que la libertad conlleva responsabilidad: si una pareja quiere tener la libertad de decidir cuántos hijos va a tener, eso conllevaría la responsabilidad de criarlos y educarlos.
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