CATALEJO
Irónico efecto de agravio orteguista
A CAUSA DE LA TRADICIONAL vorágine de los acontecimientos políticos y jurídicos del país, la semana pasada llamó la atención un hecho cuyos efectos podrían haber sido considerados positivos para Guatemala. Me refiero a haber sido propuesta para encabezar durante un año la Comunidad Económica de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, un organismo regional creado en el 2011 y cuya definición más sencilla y comprensible es la de constituir una Organización de Estados Americanos sin la participación de Estados Unidos ni Canadá. Esta vez, en la reunión participarán jefes de estado de la Comunidad Europea, lo cual iba a tener algún efecto positivo para este país, tan necesitado de lograr un escenario internacional positivo.
CELAC TRABAJA EN BASE a consenso, y esto en la práctica le da poder de veto a cualquiera de sus 33 países integrantes. Bolivia fue propuesta como país sede, pero se opuso Chile. Luego de conversaciones, los cancilleres decidieron pedirle a Guatemala aceptar, y cuando lo autorizó el presidente Morales se hizo la comunicación oficial. Sin embargo, el gobernante nicaragüense Daniel Ortega envió una nota de “profundo rechazo” a esa posibilidad, en términos absolutamente inaceptables en el lenguaje diplomático. Calificó a Guatemala de ser país “ocupado” por la Comisión Internacional contra la Impunidad y carecer de condiciones democráticas para esa presidencia. Ese veto dejó fuera al país, ahora sin embajador en Nicaragua.
ORTEGA, CUYAS SIMILITUDES con los Somoza son evidentes desde de hace varios años, es quien menos puede hablar de democracia, por ser el Nicolás Maduro de Centroamérica y representar en el istmo la autodenominada línea ideológica de una izquierda continental cada vez más afectada por la corrupción. Son muchas sus acciones para impedir la participación de candidatos opositores, para perpetuarse en una presidencia convertida en tropicalesca monarquía absoluta, debido a la ‘conyugocracia’. Ya no quiere recordar el valiosísimo apoyo chapín en tiempos de Esquipulas I, y ahora su arremetida contra Guatemala permite predecir presiones a los numerosos inversionistas guatemaltecos a quienes astutamente ha abierto las puertas.
VEO UNA IRONÍA EN ESTO. Si Guatemala hubiera tenido la presidencia pro témpore de CELAC, a causa del gasto enorme hubiera emergido una andanada de críticas, muy similar a las ya recibidas y en proceso como resultado de la impresionante colección de errores y de cuestionables acciones pasadas y presentes. Por aparte, es necesario analizar cuál es la mejor conveniencia para Guatemala, sobre todo ahora con la presencia del Plan del Triángulo Norte, así como la posibilidad de una victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, dentro de un poco más de un mes. Ese peligroso resultado alteraría de manera indudable e imparable las relaciones entre Washington y el resto del mundo, no digamos del continente americano.
ESTE TIPO DE REUNIONES sólo serían aceptadas por los guatemaltecos si el hecho de realizarlas aquí no implica gastos millonarios de dinero aun no recaudado y con fines más importantes. Ante las realidades económico-sociales de los países, el financiamiento podría ser efectuado por cada participante, por ejemplo. Por otro lado, CELAC debe manifestarse de manera inequívoca respecto a temas actuales como el combate a la corrupción y las cortapisas a los mecanismos internos de cada país para permitir el funcionamiento de la democracia, aunque sea en su versión electoral. Pero eso es tema de otros artículos. En este momento, es posible sentirse bien porque, a causa de motivos inesperados, no se gastó ese dinero ni se afianzó la crisis interna.