CATALEJO

La calma chicha tras el chubasco

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Se conoce como calma chicha a una quietud en el aire por la cual los barcos de vela pueden avanzar. Y chubasco es un aguacero con mucho viento. Vale la comparación con  la crisis política causada por el higadazo presidencial de hace diez días, producto de la pésima y/o malintencionada asesoría de quienes lo empujaron desde un trampolín de diez metros a una piscina de cinco metros de fondo. El principal actor nacional de esta tragicomedia es Jimmy Morales, cuyo futuro político inmediato no tiene riesgo, pues los diputados del Congreso de la República, en defensa propia, jamás autorizarán el retiro del derecho de antejuicio ni nada causante de riesgo a  causa de las investigaciones de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Gutemala y el Ministerio Público.

Jimmy Morales tiene motivos para analizar su ahora aún más débil posición. Era débil desde el principio, al ganar la elección por ser considerado un mal menor ante la posibilidad de la llegada de Sandra Torres —quien por esa causa se convirtió en quien ha recibido la mayor cantidad de votos en contra en la historia de un país donde votar en contra de alguien se ha repetido varias veces. Se debilitó más cuando a los pocos días de tomar posesión quienes mandan en el partido aceptaron a un tropel de tránsfugas, por lo cual ni siquiera en su propio partido tenía fuerza, mucho menos mando. Y ahora quedó en realidad en una silla de ruedas política, empujada por los grupos impresentables ahora convertidos en sus obsequiosos ayudantes.

La crisis no se ha movido porque ambas partes —los pro-presidente y los pro-comisionado— se encuentran en evidentes labores de cabildeo. Hasta ahora, quienes han salido en la defensa son gente e instituciones cuestionadas, en su mayoría. No me defiendas, compadre, encaja perfectamente en este asunto con grupos como la Guasp o la Asamblea Nacional Magisterial, pero sobre todo con Joviel Acevedo y algunos alcaldes de la Asociación Nacional de Municipalidades, luego de una asamblea de asistencia minoritaria encabezada por Edwin Escobar y Álvaro Arzú, ejemplos de la oscuridad en el manejo del dinero público. No vale la pena mencionar a algún fanático cuyo escaso raciocinio solo lo lleva a buscar y acusar de comunista a quien se le ponga enfrente.

Si se observa un poco más allá, puede verse la aviesa intención de realizar una Asamblea Constituyente con adjetivos como popular, plurinacional y multisectorial. Esto, aunque en teoría podría sonar aceptable, no lo es a causa de esos adjetivos cuyo significado puede ser muy distinto según quien los emplee, pero especialmente porque esa nueva Carta Magna estaría redactada y aprobada por este Congreso, sin duda el peor de todos desde 1984, a causa de las particularidades personales de una abrumadora mayoría de sus integrantes, y también de la falta de partidos políticos, porque los existentes, con una excepción, son simples máquinas electoreras carentes de la más mínima base ideológica y organizadas para realizar un despiadado pillaje al Estado.

La historia castiga. Así como el delincuente Serrano quedó como un burdo autogolpista, Morales será recordado como alguien a quien fuerzas oscuras engañaron para llevarlo a la presidencia y luego lanzaron al vacío cuando el país, aunque fuera con el vergonzoso pero necesario apoyo de la Cicig al MP, se encontraba en medio de la lucha contra la corrupción, cuya nefasta presencia en todas las democracias del mundo ha planteado la necesidad de buscar en la ONU declarar ese flagelo como crimen de lesa humanidad. Irónicamente, la salida forzada o la renuncia tampoco es una salida, porque el sucesor duraría muy poco y es demasiada la incertidumbre del efecto de una elección decidida en el Congreso.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.