LA BUENA NOTICIA

La fecha de la pascua

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¿Por qué la Semana Santa cae cada año en fechas variables del calendario?  Esa pregunta se la plantean muchas personas.  Aunque la respuesta es sencilla, muchos no conocen la historia de cómo se estableció la fecha de la pascua cristiana.

Los escritos del Nuevo Testamento dan amplio testimonio de que Jesús murió en coincidencia con la celebración de la pascua judía. La fecha de esta fiesta está determinada por el ciclo lunar y solar. Simplificando las cosas, podemos decir que la pascua judía se celebra la noche de la primera luna llena, después del equinoccio de primavera. Como nuestro calendario es solar, ese equinoccio tiene fecha fija, el 21 de marzo, pero el ciclo de la luna resulta, en consecuencia, variable. La luna llena puede caer cualquier día del mes y la semana. La pascua hunde sus orígenes en la cultura pastoril, pues su celebración consiste en compartir en familia, en la casa, un corderito asado, en la noche de esa precisa luna llena. En el pueblo judío era, y es todavía, la fiesta en la que se conmemora el éxodo de Egipto bajo la guía de Moisés.

Según la cronología más verosímil del evangelista san Juan, Jesús fue crucificado en la mañana del día de preparación para la pascua, que aquel año fue un viernes, y murió en la tarde de ese mismo día, mientras en el templo se sacrificaban los corderitos para la cena pascual esa noche. Puesto que los judíos computaban sus días de puesta del sol a puesta del sol, la pascua aquel año habría comenzado al caer el sol el viernes y duraría todo el día sábado hasta la puesta del sol. Por eso la prisa de descolgar a los ajusticiados de las cruces y enterrarlos de inmediato, antes de la puesta del sol del viernes, porque al descanso de aquel sábado se unía el de la pascua.

Pasada la solemnidad, en la mañana del primer día de la semana, las mujeres del séquito de Jesús descubrieron que su tumba estaba vacía. Sus apariciones les permitieron comprender que no se trataba de un robo del cadáver, sino de una resurrección corporal. La muerte de Jesús en la víspera de la pascua judía y la constatación de su resurrección un día después convirtieron la pascua judía en fecha de referencia anual del acontecimiento salvador que es fundamento de la fe cristiana.

Muy pronto, los cristianos tomaron el primer día de la semana como su día sagrado, dedicado al Señor, como los judíos tenían el sábado. Por eso se llamó en latín “dies Domini” o “Dominicum”, literalmente “día del Señor” o “Señorial”. Ese era el día en que habían conocido la resurrección de Jesús, acontecimiento que desentrañaba el sentido de su muerte en la cruz como un sacrificio redentor. Múltiples indicios en el Nuevo Testamento atestiguan la reunión de la comunidad de creyentes el primer día de cada semana para escuchar la Palabra de Dios y compartir la Cena del Señor.

Pero, ¿cuándo celebrar el aniversario? ¿Celebrarían los cristianos la memoria anual de la resurrección de Jesús en la misma fecha en que los judíos celebraban la pascua, el día de luna llena, sin importar el día de la semana? El debate se prolongó hasta finales del siglo II. Entonces prevaleció la regla que está vigente hasta hoy: la resurrección de Jesús se debe celebrar anualmente también el domingo, como se hace semanalmente. Y para mantener la relación con la pascua judía, se debe celebrar el domingo siguiente a la primera luna llena después de equinoccio de primavera. Como el ciclo lunar y el solar no coinciden, a esa variante astral se debe la fluctuación en el calendario. Esta historia manifiesta la dimensión cósmica del culto cristiano, que no solo es memoria de acontecimientos históricos, sino consagración de la misma creación.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.