DE MIS NOTAS

La tragedia de Ixobel

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Conocí a Michael DeVine hace unos 40 años, cuando acababa de adquirir su parcela en Poptún, Petén. La bautizó Finca Ixobel. Michael era un buen hombre, quien junto a su esposa, Carole, buscaba desarrollar un hostal ecológico dentro de una reserva de selva prístina y virgen. Mediante técnicas sencillas de siembra lograron introducir un sinnúmero de verduras y plantas comestibles al mercado local.

Con la colaboración de un staff de empleados y voluntarios de varias partes del mundo se hacían áreas demostrativas para que los campesinos del área circundante pudieran aprender a cultivar.

Durante años, este Ecohostal ha albergado a amantes de la naturaleza, científicos y expertos en fauna y flora de muchas partes del mundo. El hecho de haber recibido muy buenas evaluaciones de la prestigiosa e influyente revista y guía turística Lonely Planet, el flujo de turistas y visitantes, tanto nacionales como extranjeros, se incrementó mucho durante los últimos 10 años.

Todo lo anterior está a punto de perderse para siempre. Un grupo de campesinos, liderados por una asociación campesina de corte contestataria y violenta, promovió y organizó la invasión de esta reserva. Iniciaron tumbando una gran cantidad de bosque virgen para supuestamente sembrar maíz. Los rumores son que hay madera preciosa que están aserrando y convirtiendo en tablas, sacándolas rápidamente afuera del departamento hacia la Ciudad.

“Somos pobres, tenemos hambre y no tenemos tierra”, fue la respuesta que el líder, que no parece campesino, declara al reportero de un telenoticiero.

Dos tragedias han caído como nubes negras sobre la familia DeVine. Primero, el asesinato de Michael DeVine, perpetrado por asesinos vinculados con el Ejército, en 1990. La odisea jurídica y política que su viuda, Carole DeVine, llevara a cabo a nivel nacional e internacional para lograr la captura de los responsables fue de enorme desgaste emocional y espiritual.

A la primera tragedia, otra se le suma, con la invasión de la reserva por más de 700 campesinos. El acto conlleva la pérdida irreversible de una zona que la familia DeVine, con gran esfuerzo personal y económico durante más de cuatro décadas, ha hecho posible para preservarla y resguardarla, convirtiéndola en un atractivo turístico para los extranjeros que viajan a la región, con el consiguiente derrape económico que el turismo trae a la población circundante.

Me uno a la familia DeVine y a los cientos de amigos y colaboradores alrededor del mundo demandando la inmediata intervención de las autoridades: Conap ( Consejo Nacional de Áreas Protegidas) y el Ministerio Público (MP).

Protestamos por el abuso y el irrespeto de la propiedad privada por la fuerza, obligando al débil a la humillación del despojo salvaje. Estos no son campesinos pacíficos hambrientos. Son unos abusivos que se amparan detrás de la máscara de la asociación ilícita y la demagógica interpretación de la justicia constitucional.

Es una acción copy-paste de las concertadas por organizaciones contestatarias en San Marcos, donde tienen en ciertas regiones un control absoluto, que llegan al colmo de trabajos forzados y extorsiones si no cumplen con las órdenes de los líderes.

Investigación, captura y penalización para los que irrespetan la propiedad privada, un derecho constitucional que quieren demeritar con la palabrería del gallinero populista.

Señor ministro de Gobernación, éntrele pues…

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.