A CONTRALUZ

La UNE está anclada en el pasado

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El problema de Sandra Torres es que no entiende que su tiempo político ya pasó. En lugar de permitir la apertura a nuevos liderazgos en la UNE y contribuir a la depuración de los cacicazgos sobre los que descansa ese partido, Torres se apoyó en las viejas estructuras para reelegirse como secretaria general. Una agrupación política no puede ignorar cuál ha sido el papel que ha jugado ni cómo es asumida por la población. Tanto ella como la UNE están identificadas en el imaginario colectivo como parte de la clase política tradicional que tanto daño le ha causado al país. No se puede negar el aporte de Torres en la creación de los programas sociales, pero tampoco se puede ocultar que los mantuvo en la opacidad, desvió fondos de otros ministerios para ese fin y que a partir de esos programas creó una estructura clientelar con fines proselitistas. Ella también carga con parte de la responsabilidad de la corrupción que hubo durante el gobierno de la UNE.

La actitud pusilánime del presidente Colom dio paso a una primera dama que tomó las riendas de la administración pública. Ella fue el motor del gobierno de la UNE, hizo y deshizo. Todo el mundo le tenía miedo, quizá por su pasado maquilero, Torres quería todo ¡ya! y no aceptaba “un no se puede”. Torres opacó al vicepresidente Rafael Espada, lo relevó en la coordinación del gabinete ministerial y llegó al grado de obligar a varios ministros a desviar fondos para los programas sociales. La razón del poder omnímodo que acumuló Torres lo dejó al descubierto Colom en una entrevista con canal Azteca a principios del 2010, cuando dijo: “Sandrita estuvo tanto tiempo conmigo durante la campaña electoral que yo le prometí que al llegar al poder ella podría hacer lo que quisiera en el gobierno”.

El resultado de esa graciosa concesión que Colom le hizo a su esposa fue que ella pudo acceder al poder y al presupuesto estatal sin tener que dar cuentas a nadie porque no era cuentadante. Torres cerró toda posibilidad de fiscalización de los programas sociales y llegó al grado de sacrificar al ministro de Educación, Bienvenido Argueta. La Corte de Constitucionalidad ordenó la destitución de ese funcionario que, siguiendo directrices de Torres, se negó a entregar datos sobre quiénes eran los beneficiarios de los programas. En el fondo se trataba de ocultar cómo se estaban creando las estructuras clientelares para apoyar la futura candidatura presidencial de Torres. También ella estuvo detrás de la creación del Transurbano. Óscar Clemente Marroquín, director general de La Hora, recordó en diciembre pasado que en el 2007 Manuel Baldizón, entonces diputado de la UNE, llevó a Luis Gómez, vicepresidente de los transportistas, a reunirse con Sandra Torres para definir el pago del acarreo para la segunda vuelta electoral y que ese encuentro habría sido el arranque del negocio del Transurbano, que significó una estafa de unos Q280 millones provenientes de nuestros impuestos.

Estos hechos no se pueden ocultar y se convierten en parte del lastre que acompaña a la UNE. Sin cambio de liderazgos y sin una autocrítica seria no se puede modificar la historia de un partido anclado en el pasado. La UNE bien podría ser el partido de oposición real al desgobierno del FCN, pero para ello tendría que demostrar la democratización de sus estructuras y el cambio efectivo de una dirigencia que también aceptó financiamiento de personas como Gustavo Alejos, quien ocupó la secretaría privada de Colom, como pago a los recursos que aportó y que se benefició con contratos millonarios de medicamentos. Hoy Alejos está detenido por su involucramiento en la red de negociantes de la salud. Un partido político no puede hacer creer que cambió si todo sigue igual.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.

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