La “verdad”

Samuel Pérez Attias

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La “verdad” para algunos  se encapsula hoy en los aparatos que usamos para conectarnos con el mundo exterior. Oligopolios mediáticos y las regulaciones que impidan el libre acceso a información y a interacción con otros/as nos llevan a sendas donde hay cada vez menos bifurcaciones, reduciéndose las opciones al seguir andando y con ello la libertad de elegir, pues el camino se convierte en uno solo. La agenda mediática comercializada responde a intereses políticos, económicos, religiosos o ideológicos que buscan consolidar los beneficios (de poder) de quienes la financian.

Se acusa de “terrorista” a quien rete a la agenda que conviene a quienes detentan el poder. Pero también hay otros tipos de terrorismo. ¿Acaso no es terrorismo el que se asesinen pilotos de buses y el Estado no responda, implantando el miedo en la población a salir de su casa? ¿No es también terrorismo acusar de “bochinchero” o “criminal” a quien reta ideas, implantando con ello el miedo a opinar o a ejercer el derecho a manifestarse? ¿No está usted harto/a de verse encerrado en su casa y tener que limitar su vida a ver televisión o encender la computadora para “ser y estar”? Todos, al nacer, compartimos las mismas características. Pertenecemos a la especie humana, ergo, compartimos la misma dignidad. Sus padres pueden ser empresarios, académicos, agricultores, plomeros, desempleados, políticos, maestros o ninguno de los anteriores… y eso no hace a alguien más o menos humano. En el momento de venir al mundo la sociedad nos impone etiquetas y atributos: su nombre y apellido, la historia familiar, la identificación étnica, la creencia religiosa, el idioma que hablará, la forma en que se le enseña sobre la vida y la muerte, sobre la existencia de otros, etc. Se le trasladarán ideas sobre por qué otras personas son “diferentes” y otras similares; su cabeza se llenará de prejuicios según los libros, películas, prédicas, conferencias, retiros, clases, conversaciones, premios, castigos a los que esté expuesto… en gran parte, a través de lo que usted perciba, escuche o capte en su día a día.

Pasamos los días pasivos, escuchando, absorbiendo… Empresas buscan persuadirnos para comprar sus productos, iglesias buscan convencernos para seguir su culto, políticos/as buscan seducirnos para  seguir sus agendas. Voceros de grupos de poder buscan propagar las ideas que beneficien a sus mecenas.  Es por ello, que el pensamiento crítico es crucial en una democracia y en la vida en libertad. Liberarse de dogmas y de la ignorancia. Cuestionar lo que leyó, lo que ve en la TV, lo que escucha en las redes sociales y la propaganda. Pero no basta con ser crítico, debemos explorar y aprender, educarse y crecer integralmente como persona… leer de quienes reten sus ideas, conversar para ampliar puntos de vista, conocer y aprender de otros.

La verdad es, más bien  una constante pregunta y una constante búsqueda que nos hace seguir caminando, descubriendo… empujando y aprendiendo.

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