PARALELO 30

Le toca a la Revolución

Samuel Pérez Attias

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Las manifestaciones a partir del 25A surgieron por un profundo sentir compartido y adquieren vida propia. Si desea organizarse con sus vecinos, su cuchubal, el sindicato, su equipo de fut o con su novia, lo puede hacer libremente. Eso es Democracia. Manifestarse no debe ser una moda sino una necesidad. Ahora, ¿cómo encontramos el común denominador entre tanta gente? ¿Dónde están los puentes? ¿Qué nos une además de la indignación? Se habla de armar una agenda de Nación y varios grupos plantean sus propuestas en diferentes foros, pero lo que está faltando es el espacio y el mecanismo. El espacio integrador que vaya más allá de las calles y el mecanismo que integre puntos y prioridades de Nación incluyentemente. En Guatemala los pocos espacios plurales se han diezmado y la desconfianza, el miedo y la exclusión enquistada no han permitido forjar ese telar multicolor ciudadano que mañana ocupará las plazas. He aquí la función fundamental de un gobierno de transición: Inclusión, Diálogo y Consensos.

Las revoluciones tienen el objetivo común de romper con la opresión y la exclusión y recomponer las relaciones de poder.

Cambiar de vicepresidente no cambia nada. Tampoco simpatizamos con los candidatos punteros, precisamente porque todo pinta a retornar al estatus previo al 25A. Es momento de remover cimientos. Las preguntas de fondo son: ¿Cuál es la agenda de Nación, la hoja de ruta para el País? ¿Qué rumbo tomarán las aguas que se desbordan sin un cauce claro?

La revolución debiera generar su propia agenda. Va rompiendo con las barreras que fueron construyéndose institucionalmente y que favorecen a grupos de poder estructuralmente concentrados. Las revoluciones brindan alternativas heterodoxas a problemas estructurales. Las revoluciones ven objetivos, no medios.

La democracia requiere de transparencia y auditoría ciudadana constante, pero también pluralidad e integración. No podemos concebir una Nación democrática cuando existen personas que heredan privilegios mientras la mayoría sigue excluida de una agenda de País y sujeta a las decisiones de una élite acaparadora, depredadora y ambiciosa. Sin la participación de los pueblos indígenas, de las mujeres, de los jóvenes sobre todo del área rural, cualquier intento de resolver los problemas nacionales (más allá del caso de La Línea) serán puros “chapuces”.

Muchos nos preguntamos: ¿Es este el momento que tanto se ha esperado para romper con estructuras de poder concentrado? Pienso que sí. Sacar de raíz la causa de los problemas que la institucionalidad no ha sido capaz de resolver y que genera frustración. Lo que la Democracia no ha logrado atender converge en una naciente revolución, ojalá pacífica. ¿Que no hay agenda de País? El 20% de la población concentra más del 60% de los ingresos, 8 de cada 10 niños indígenas padecen desnutrición, 47 megaempresas se inscriben como maquila reproduciendo así los vergonzosos índices sociales, ambientales y humanos que ocupamos. Suficiente carne para una agenda de un gobierno de Transición que debe representar a quienes ayer, hoy y sobre todo mañana protestamos.

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