DE MIS NOTAS

Los 90 de Armando

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Leía con atención la columna de Elaine Brum publicada en El País, y era como si esta estuviese leyendo mi mente y la de la mayoría de los montados a bordo de la era de la redes y la intercomunicación; la era del siempre despierto, el siempre atento, a un clic del próximo facebookazo, o twitt. La era del permanente conecte sin desconecte. La era de la información, tanta información convertida en palabras sin profundidad. Una comunicación binaria —como lo señala Saussure— arbitraria, unida por acuerdo social, sujeta a cambio en cualquier momento —y a la velocidad de la luz, añadiría yo. Cualquiera nos alcanza en cualquier lugar, a cualquier hora. Ya no hay un espacio de trabajo y uno de recreación. Dice Brum. Estamos siempre de algún modo trabajando, haciendo networking, interviniendo, tratando de no perdernos nada, noticias, causas; consumiéndolo todo al ritmo de emoticones. Hablamos mucho pero solos. La conversaciones son escasas, la red se ha convertido en un interminable discurso autorreferencial, un delirio narcisista. En el ínterin logramos una hazaña sin precedentes: ser amos y esclavos al mismo tiempo.

Pues es en ese estado de escasez de silencio y contemplación que se nos abren otras realidades cuando revertimos la tendencia al permitirnos percibir otras realidades trascendentes y valiosas de la vida. Y pienso ahora en personas. Aquellas que de alguna manera han tocado mi vida. Aquellas que han estado permanentemente erguidas como faro referencial alumbrando con su vida y su quehacer profesional y personal. Personas como el Dr. Armando de la Torre, este mes cumpliendo 90 años y todavía exhibiendo una mente clara, tan clara, que maravilla y apantalla.

El Dr. Armando de la Torre ha sido, es y seguirá siendo no solo un faro intelectual, sino también el norte moral y ético de casi dos generaciones de profesionales guatemaltecos. Ha formado en la academia cientos, si es que no miles, de estudiantes, a través de su docencia, sus libros, sus numerosos ensayos y sus interesantes columnas con esa prosa pulida, elegante y erudita que desde hace décadas “forma opinión con su opinión”.

Intelectual de vasta cultura, el Dr. De La Torre puede impartir cátedras de cualquier tema por horas enteras, cautivando la atención del oyente, producto de su vasta experiencia en docencia. Uno de sus dichos preferidos es “libertad con responsabilidad”. Y adelanta siempre su admirable confianza en la juventud a la cual ha formado a lo largo de sus décadas de docencia.

Recientemente estuve presente en un homenaje que los veteranos de Avemilgua le brindaron al Dr. De la Torre. Al escucharlo hablar con esa sabiduría propia del hombre de vasto mundo y con la perspectiva del que tiene una visión de horizonte largo, de largo plazo, como les dice siempre a sus estudiantes cuando les motiva a ver sus proyectos de vida como procesos de larga duración, decidí escribir esta columna para homenajearlo en vida.

Un hombre será tan recordado como sus obras perduren. El Dr. De la Torre ha tenido una capacidad cuasi milagrosa de reproducirse. Está presente en los ensayos, las discusiones, los debates, los libros, las ideas y el pensamiento de todos aquellos que ha tocado con su intelecto y su espíritu. En un sentido ha construido su inmortalidad, como los grandes pensadores e intelectuales de todos los tiempos.

Pauso entonces un momento, para dedicarle estas palabras de aprecio y estima a este hombre, que habiendo plantado sus semillas en tantos campos diversos, hoy recoge los frutos de gratitud bajo la sombra de los frondosos árboles que cultivó.

Siempre le ha gustado decir al Dr. Armando de la Torre que vivirá 1410 años más. Y yo yo solo digo: Amén.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.

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