A CONTRALUZ

Los enredos de un mercader de la fe

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Las relaciones del pastor Cash Luna con el poder no son nuevas. Desde la perspectiva del Evangelio de la Prosperidad, las bendiciones aumentan cuando suben las donaciones monetarias y se incrementan aún más cuando se vinculan al poder político y económico. Esa es parte de la prédica de los tele evangelistas pentecostales, como el pastor aludido, quien para la inauguración de su megatemplo en carretera a El Salvador, en el 2013, contó con la asistencia de la crema y nata de la clase política, desde el presidente Otto Pérez Molina hasta ministros y diputados. Posteriormente se vio en medio de un escándalo por una gigantesca bandera que le pidió a Roxana Baldetti y que ella muy devota  compró con fondos públicos. Ahora ese pastor está en medio de otro embrollo, tras un reportaje de la cadena televisiva estadounidense Univisión en el que se señala que la narcotraficante Marllory Chacón, quien purga una condena de 12 años en EE. UU. por trasiego de drogas, habría financiado ese millonario complejo religioso.

La historia oficial de Casa de Dios dice que la construcción de su megatemplo, que tuvo un costo superior a los Q342 millones (unos US$45 millones), fue algo sobrenatural. El pastor asegura que se hizo con “todo el amor” de sus fieles, traducido en diezmos y ofrendas, al igual que su vida de magnate y la compra de su avión personal. Sin embargo, esa idílica versión fue puesta en duda por la investigación del periodista Gerardo Reyes, cuyas fuentes informativas le habrían revelado que Luna conocía las conexiones de narcotráfico de la Reina del Sur, a quien pedía constantemente dinero para construir su gigantesco emporio evangélico. Una de esas fuentes refiere que por órdenes de Chacón llevó “medio costal” de dólares a Luna, cuyas casas son contiguas, algo que habría sido confirmado por el periodista mediante las imágenes captadas por un dron.

Tras este escándalo han salido voces a señalar la supuesta mala fe de la investigación. Nada más alejado de la realidad. El nombre que está tras este reportaje es el del periodista colombiano Gerardo Reyes, de 60 años, que tiene un prestigio internacional ganado a pulso por sus investigaciones sobre corrupción en Latinoamérica con nexos estadounidenses, durante los últimos 30 años. Entre los galardones que ha obtenido están el Pulitzer, María Moors Cabot, Premio de Periodismo Planeta, IRE Awards, Emmy y Ortega y Gasset. Este periodista también ha publicado, entre otros libros, Periodismo de investigación, un texto de consulta en la mayoría de universidades de América Latina y España. El reportaje sobre Cash Luna forma parte de una gran investigación titulada Los magnates de Dios, que incluye a una tele evangelista colombiana y a uno costarricense, ambos con nexos oscuros.

Para tratar de desvanecer el impacto de esta investigación, Luna dice que se trata de un ataque contra sus valores y principios y Casa de Dios hasta ve micos aparejados: “La Biblia nos advierte de esta persecución a causa del evangelio”. Hay que ser muy claros de que esto no se trata de ninguna persecución religiosa porque en Guatemala el artículo 36 de la Constitución garantiza la libertad de culto. Pienso que es importante que el Ministerio Público investigue y esclarezca si es cierto que tras la construcción del megatemplo hubo dinero del narcotráfico. Se trata de un señalamiento contra una persona y no contra la feligresía de Casa de Dios. Además, ya es tiempo de que las denominaciones religiosas, católicas, evangélicas y de otros credos dejen de estar exentas del pago de tributos. Por ejemplo, Casa de Dios recibe diezmos y ofrendas que son deducibles de impuestos, lo cual significa que esa iglesia se nutre de fondos a costa de los ingresos del Estado y tampoco existe ningún control sobre cuánto recibe la iglesia y cuánto va a parar a la billetera de Luna.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.