CATALEJO
Los viajes oficiales deben justificarse
A causa de las enormes facilidades de comunicación personal, se han hecho más frecuentes los viajes de los mandatarios y demás personas con puestos de importancia. Eso es claro y no tiene discusión. Sin embargo, por ello no se pueden obviar los motivos fundamentales y tradicionales de las visitas de presidentes y jefes de Estado a países distintos: obtener beneficios tangibles o al menos establecer o afianzar relaciones de importancia política y económica, más allá del simple y conveniente, aunque no fundamental, buen vínculo con la comunidad internacional. Se trata de periplos por conveniencias de Estado para ambas partes, sin relación con la voluntad personal de quienes los encabezan. No son viajes de paseo, en otras palabras.
El tema viene a cuento porque el presidente Jimmy Morales realizará, entre el martes pasado y el 2 de julio, viajes a Honduras, Ecuador, Francia y Estados Unidos, en momentos en los cuales su ausencia abre la puerta a justificados cuestionamientos acerca de la verdadera importancia política de estos para el país. Además, internamente varios serán los señalamientos, con el resultado de un aumento innecesario de las críticas a él en lo personal por la manera y también por el momento de tomar las decisiones. Por ello, el número de periplos y las fechas de su realización constituyen una mezcla de mala suerte, en algunos casos, y de repetición de no obedecer los consejos de su cancillería. Ante la disyuntiva de calificarlos, no hay opción: deben ser considerados un error.
El martes, Jimmy Morales estuvo en Honduras, para una reunión bilateral con el presidente Juan Orlando Hernández. Luego viajó a Ecuador, para la toma de posesión de Lenín Hernández y tratar la crisis de Venezuela, junto con 15 países de la región. El 8 de junio estará en Francia para fortalecer los lazos entre ambos países y asistir a una reunión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Luego se dirigirá a Estados Unidos, donde se entrevistará con el vicepresidente Mike Pence, para abordar temas sobre el Triángulo Norte. Después se dirigirá a Los Ángeles para inaugurar un consulado, así como en Oklahoma y en Carolina del Sur. Regresará el 19 de junio a la capital estadounidense para reunirse con el Fiscal General. El 1 de julio participará en la graduación de 114 agentes policiales guatemaltecos capacitados por la Policía del Condado de Dade.
Como queda claro, de esos viajes los importantes son la reunión para tratar la crisis de Venezuela, la visita a Pence y el viaje a Francia, aunque este puede ser objeto de discusiones, lo cual no implica de ninguna manera considerar a esa nación europea como poco importante, ni mucho menos. La cita con Hernández pudo haber sido realizada en otro momento, y no creo justificado asistir a la graduación de agentes policiales ni a la inauguración de consulados, en este último caso debido a todos los problemas sufridos por los guatemaltecos residentes fuera como consecuencia de factores como la falta de consulados, pero se convierte en innecesaria, al haber podido enviar en su representación al vicepresidente Jafet Cabrera.
Francia pasa ahora por momentos históricos importantes, al haber llegado a dirigir el gobierno alguien, a mi juicio, llamado a realizar un papel de primer orden en la Europa y también del mundo actuales. Eso es un hecho. De las actividades presidenciales, la fundamental es recibir la visita del gobernante de México, Enrique Peña Nieto, porque constituye uno de los dos países más importantes para Guatemala, por razones geopolíticas, históricas y sobre todo del presente, con tantos y tan duros problemas comunes. El presidente Jimmy Morales, a causa de su cargo, representa a Guatemala. Sus aciertos, como sus errores, serán del país. El papel de mandatario es difícil de realizar, y por eso los viajes deben reducirse a aquellos cuya justificación está fuera de toda duda.