23 de marzo del 82 en nuestra historia
EN LAS ELECCIOnes realizadas el 7 de marzo, oficialmente obtuvo el primer lugar el general Ángel Aníbal Guevara, del Frente Democrático Popular, con 378 mil votos, equivalentes al 38.9% de los sufragios válidos. Sus contendientes fueron Mario Sandoval Alarcón, del Movimiento de Liberación Nacional (275 mil votos, 28.2%), Alejandro Maldonado Aguirre, de la coalición Democracia Cristiana y Partido Renovador (222 mil votos, 22.7%) y Gustavo Anzueto Vielman, de la Central Auténtica Nacionalista (99 mil votos, 10%). El total de participación fue de 1,079,392 votos, 45.8% de los inscritos. En otras palabras, fue una elección minoritaria, pero tuvo 50% más de la participación de los comicios de 1978. (Datos de Wikipedia).
EL PAÍS ENTRÓ EN AGItación política: nadie creía en el resultado oficial. El Congreso iba a confirmar a Guevara y ello acentuaría el desprestigio y rechazo populares por el Ejército. Ante esto, un grupo de “oficiales jóvenes” organizó el golpe de Estado y ofreció dirigirlo a Ríos Montt y a otros dos oficiales. Era popular en las filas castrenses y un sector civil lo veían con simpatía por considerarlo víctima de fraude en las elecciones de 1974, cuando el Congreso eligió en una sesión muy discutible al candidato oficial del alto mando: Kjell Eugenio Laugerud García, quien ostentaba ese privilegio a pesar de también ser militares los otros contendientes: Efraín Ríos Montt y Ricardo Peralta Méndez, considerados progresistas y por ello poco confiables.
RÍOS MONTT COMENZÓ con un alto índice de popularidad, sobre todo en las áreas capitalinas y urbanas del interior. Pero pronto dio muestras de cómo era realmente: expulsó a los otros dos integrantes del triunvirato nombrado para gobernar; instaló tribunales de fuero especial; se manifestó como un fanático religioso fundamentalista, lo cual demostraba en sus discursos dominicales y sus insultos a los empleados públicos, entre ellos los maestros. Colocó al país a un paso de una “irlandización”, es decir, una lucha armada entre católicos y no católicos. Políticamente hablando lo peor fue su intención de gobernar “los cuatro años que le debían”, en vez de hacerlo por un tiempo corto mientras se integraba la constituyente y comenzaba una etapa democrática.
EN ESTE ARTÍCULO NO me refiero a las acciones militares de la época, al respecto del enfrentamiento armado interno, con masacres y gruesas violaciones a los derechos humanos. El tema se relaciona con el gobierno militar instalado con el fin político de terminar la etapa de gobiernos castrenses y con ello tratar de mejorar la imagen institucional del Ejército. Así como llegó al poder en medio del apoyo tácito ciudadano, Ríos Montt salió por la puerta trasera —como años después lo haría el delincuente Jorge Serrano—. Mejía Víctores, el sucesor, rodeado por un grupo de civiles, cumplió con el plan inicial y gracias a ello hubo elecciones para la Constituyente en 1984 y comicios generales en 1985. Todo esto comenzó el 23 de marzo de 1982.