EDITORIAL

Más desprestigio del Parlamento

Pareciera como si la directiva y la mayoría de integrantes del Congreso de la República se encontraran en una especie de concurso para asegurarse de que ese organismo cimiente la deplorable imagen mantenida sobre todo a partir de los ya largos 30 años de era de democracia electoral.

La actual legislatura se pasó los cuatro años de su período convertida en el escenario de toda clase de tropelías, en especial contubernios entre las fuerzas politiqueras que la controlaron con impunidad, como Mirza Arreaga y Manuel Barquín, antes de que se desatara el tsunami político provocado por las acciones del Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala.

Las constantes acciones de los diputados contribuyen y afianzan esa pésima imagen. Ya quedaron atrás los contubernios entre los partidos Patriota, Unidad Nacional de la Esperanza, Libertad Democrática Renovada y Todos, para lograr las mayorías necesarias a fin de impulsar disposiciones cuestionables. Si bien los cuatro grupos aún tienen presencia en el Parlamento, ahora es fácil predecir su desintegración, a causa de ser eminentemente clientelares, sin ningún tipo de basamento ideológico.

Dos ejemplos de ello son el negocio de un millón y medio de dólares que se vislumbra con el cambio o reparación del tablero electrónico para controlar la asistencia de diputados y establecer si no se ha roto el quórum. Simplemente es absurdo e increíble que sea necesaria semejante cantidad de dinero.

El otro hecho lo constituyen todas las acciones permitidas por la ley, pero no por eso aceptables, a causa de su verdadera intención, que han emprendido ocho diputados reelectos para quienes el Tribunal Supremo Electoral dictaminó que no podían asumir la curul por motivos jurídicos y de idoneidad. Recusaciones de jueces, amparos en la Corte de Constitucionalidad y la Corte Suprema de Justicia han sido de las reacciones del diputado independiente Baudilio Hichos; el patriotista Gudy Rivera y los lideristas Mirza Arreaga, Manuel Barquín, Luis Chávez, Jaime Martínez, Mario Rivera y Mario Yanes.

El tema es preocupante porque en el Congreso que tomará posesión dentro de un mes continúan muchos de quienes con sus acciones cuestionables, ilegales e incorrectas contribuyeron a que en el imaginario popular ese organismo del Estado quede como uno intrínsecamente malo, a causa de la forma como quedó integrado hace cuatro años. El antecedente de la depuración efectuada en 1993, con motivo del autogolpe de Jorge Serrano, debe alentar la exigencia hacia los legisladores.

Así como no es posible obtener resultados distintos haciendo lo mismo, tampoco puede ser diferente un Congreso cuya mayoría de integrantes sean los mismos. Por ello es importante que la población mantenga cercana vigilancia hacia los poderes del Estado, porque de nada servirá fiscalizar al Ejecutivo si el Organismo Legislativo queda fuera del escrutinio. El elemento fundamental para un trabajo responsable en el sector público es que la ciudadanía salga a las calles para demandar un trabajo responsable.

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