Ministerio con el rumbo perdido
Al servicio de los políticos, muchas han sido las entidades que han sucumbido o han perdido la esencia de su existencia y han dado paso al desgobierno, sobre todo aquellas en las que los recursos asignados ascienden a cifras millonarias pero que se convierten en la principal tentación para quienes resultan responsables de su administración y custodia, porque la perversión del sistema se encarga de inducirlos a un modelo de gastos que muy poco tiene que ver con el cumplimiento de sus objetivos.
Por supuesto que también existen entidades que sin llegar a manejar recursos exorbitantes tienen lo suficiente para enraizar el clientelismo de turno, como ocurre con el Ministerio de Cultura y Deportes, que casi desde su establecimiento no ha dejado de dar desagradables sorpresas, porque esta ha sido una de las carteras que más han contribuido con el desprestigio gubernamental, primero porque sus propias autoridades han sido incapaces de ganarse el debido respeto, y segundo porque ni siquiera la obra ejecutada ha sido digna de encomio.
Lo más lamentable es que con los actuales encargados de esa dependencia la degradación ha llegado a niveles preocupantes, como lo pueden atestiguar las recurrentes compras que efectúa, las cuales muy poco se relacionan con la misión encomendada. Uno de esos contrasentidos es que buena parte de su presupuesto se destina al deporte, lo cual podría no ser malo, si no fuera porque son fondos que se dedican a compras sin sentido, que solo buscan apuntalar el clientelismo.
Con el enorme potencial histórico y cultural que tiene nuestro país, resulta vergonzoso que muchos de los millones que administra sean canalizados a actividades que poco tienen que ver con el desarrollo cultural. Un lamentable ejemplo de ello es la erogación que se produjo en el anterior gobierno para patrocinar viajes a la playa, no solo porque era una muestra de populismo rampante, sino porque ya constituye un nefasto antecedente que cualquier compra por servicio que se presta al Estado resulta mucho más cara de lo que realmente cuesta en el mercado.
Desde su creación, esta cartera ha cuadruplicado sus gastos, y no es que por ello la cultura nacional haya tenido una marcada evolución. De hecho, la mayor parte del presupuesto de este ministerio se utiliza para actividades deportivas, y esto tampoco ha sido motivo de mejora en ningún ámbito de la vida deportiva nacional, precisamente porque tampoco ese ha sido uno de sus objetivos. Un repaso a las compras que esa dependencia efectúa durante un año puede ser suficiente para concluir que el desarrollo de la cultura nacional está muy lejos de lograrse a través de esta institución.