Mirar fijamente a Jesús

VÍCTOR  M.  RUANO P.

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Sus organizadores, liderados por el obispo de Sololá-Chimaltenango  Gonzalo de Villa, los delegados diocesanos de las Obra Misionales Pontificias y los vicarios de pastoral, propusieron el tema de la fe, inspirados en el autor de la llamada Carta a los Hebreos que presenta a Jesús como el “testigo supremo de la fe”, al ser  quien origina y lleva a su plenitud el proceso de la fe.

Este proceso es entendido no como un conjunto de doctrinas que hay que asimilar racionalmente,   sino como una experiencia existencial de encuentro con el Dios vivo,  que le da  una “orientación decisiva” a la vida. Por eso la fascinación y asombro que provoca la persona de  Jesús como testigo por excelencia y pionero de la fe, para fijar la mirada en Él, en la actitud de una confianza absoluta y liberadora que le da el verdadero sentido a la vida.

El Congreso ha sido una exhortación a la fe y a la esperanza, muy oportuna para la situación del país, pues en medio de la crisis generalizada que afrontamos y del atropello a la vida y dignidad de los ciudadanos, necesitamos mirar fijamente a Jesús, no tanto para que sea Él quien resuelva los problemas que nos agobian, sino porque su persona es inspiración para asumir la vida con responsabilidad.

Jesús  comprende la angustia y el sufrimiento que expresa nuestra mirada frente a un Estado, que en manos de dirigentes políticos corruptos hace rato dejó de cumplir con el mandato constitucional de organizarse “para proteger a la persona y a la familia” y para buscar  “su fin supremo” que  “es la realización del bien común”, es decir, del “buen vivir” para todos, sin privilegios ni exclusión de nadie. El Estado, al quedar copado por una élite económica sin    alma, por las mafias del narcotráfico y de la corrupción,  dejó de “garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”.

También el Congreso anima a mirar fijamente al Crucificado-Resucitado a todos los  que  en la Iglesia sufren por la presencia de “una derecha eclesial” que está despellejando al papa Francisco, que vive aferrada a teologías con olor a naftalina, a espiritualismos desencarnados y a un modelo eclesiológico piramidal con aires principescos soberbios y arrogantes.

Hay grupos neoconservadores obsesionados por “normas y prohibiciones”, por la “repetición de principios doctrinales” y por “moralismo crispados”, propio de una “iglesia aduana” que controla la vida de las personas, fiscaliza sus ideas, creencias y pertenencias y da carnés  de perfección evangélica. En expresión del papa Francisco, estos señores se presentan como “controladores de la fe y no como facilitadores”.

Victoruano21@hotmail.com

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