EDITORIAL
Momento propicio para el cambio
El triunfo de Jimmy Morales conlleva un poderoso mensaje: el modelo de hacer política debe cambiar, y esto no es solo en el campo partidario, cuyos protagonistas han defraudado a la población. Quizá sea en el estilo de hacer gobierno el campo en el cual el presidente electo podría lograr generar las sinergias y empatías que esta nación necesita para poder acabar con el paradigma nefasto que alimentaron caciques, financistas y seguidores serviles.
Tener eso bien claro puede ser fundamental para el inicio del nuevo gobierno, el cual, aunque legalmente comienza el 14 de enero próximo, ha arrancado ya en el ánimo de la gente, por lo cual resulta clave que desde estos primeros días se note la apuesta por el cambio, reflejada en la toma de distancia de cualquier figura o sector que huela a corruptela o que pretenda aprovecharse de cualquier puesto para continuar con el modelo que caducó precisamente por sus incoherencias.
Esta tarea no debería ser tan complicada, y para ello debe empezar por romper cualquier atadura o compromiso con sectores que busquen convertirse en roscas de influencia, para dar paso a la conformación de un gabinete plural, capaz, comprometido, con figuras idóneas. Eso debe empezar por convencer a los más cercanos colaboradores de que deben sumarse al esfuerzo por darles respuesta a las demandas ciudadanas, y eso implica ceder espacios a un equipo de técnicos, dar el paso a un lado para renovar las estructuras de la administración pública.
La problemática actual brinda suficientes indicios como para saber que esa labor empieza por estabilizar el desbalance financiero, pues de no hacerlo podrían contaminarse otras áreas productivas, para romper con la ineficiencia y la irresponsabilidad con que han sido administradas la recaudación y las finanzas públicas.
También será indispensable contar con un equipo calificado que enfrente con madurez, serenidad y visión de largo plazo el desbarajuste entre la recaudación y la proyección del gasto, para que el déficit tampoco se convierta en otra amenaza.
Paralelamente debe ser reestructurada la Superintendencia de Administración Tributaria, a fin de impulsar un cambio en las metas y objetivos que se le han asignado para determinar su potencial real de recaudación y parámetros más realistas. En este caso también debe hacerse un esfuerzo para depurar la institución de estructuras nefastas que llevan décadas defraudando al Estado, no solo en las Aduanas, sino a través de adquisiciones arregladas o servicios mal prestados.
Además de lo económico financiero, también se debe apostar por una profunda renovación en la metodología para contrarrestar los efectos de la violencia, ya que hasta ahora no se perciben cambios que permitan vislumbrar una mejora, pero las repercusiones en el clima de negocios siguen ahuyentando las ansiadas inversiones.
La integración de un gabinete sólido, que trabaje en equipo, bajo un liderazgo sano, sería una gran señal de que la vieja manera de hacer política ha quedado atrás; de lo contrario también se puede marcar un mal inicio.