VENTANA
Necesitamos un Plan B
Suenan los tambores. El malestar de los chapines crece. Nuestra paciencia se está colmando. El gobierno de Otto Pérez Molina va en caída libre. No le ayudan las imprudentes declaraciones de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti en radio Sonora, especialmente cuando intentó implicar a Rosa Leal de Pérez en el escándalo de la defraudación aduanera. Ni las escuchas telefónicas donde los integrantes de La Línea lo mencionan, ni las fotos publicadas ayer en elPeriódico, junto a la hija del Teniente Jerez, presunto cabecilla de la red mafiosa. Bien dice el refrán que “cuando se va por mal camino el norte se pierde”.
A partir de la manifestación pacífica del 25 de abril se declaró un pulso entre el pueblo y el gobierno. Median el Cacif y la Embajada de Estados Unidos. Si vemos ese pulso como un juego de futbol, el Ejecutivo está perdiendo los valiosos minutos que le quedan en el campo. Improvisa y juega sucio. No está a la altura de las circunstancias. No percibe la tensión que hay en el corazón de la gente que cada vez exige más no solo la renuncia del presidente, sino la depuración del Legislativo, del Organismo Judicial y demanda un conjunto de reformas a nivel nacional.
Otro traspié del presidente ha sido la terna que presentó para elegir al nuevo vicepresidente de la República. Desoyó la propuesta ciudadana de elegir personas honorables fuera de los cuadros de su gobierno que sí son capaces de resolver esta crisis.
Es preciso preparar un Plan B inspirado en el clamor de la gente. Contar con un grupo de ciudadanos notables que estén alertas, dispuestos a asumir el timón del barco si la crisis se agrava. Desde mi ventana observo tres grandes problemas en el horizonte. Uno. La elección del vicepresidente. ¿Tendrá la solvencia moral, la templanza, la tolerancia y la capacidad de decisión para asumir el reto?
Dos. La permanencia del presidente en el poder. El martes 12 de mayo, Manfredo Marroquín publicó en elPeriódico una interesante columna con el título: Gobierno ciudadano de transición. Cito el primer párrafo: “Imagine usted, amigo lector, contar, aunque sea por unos pocos meses, con un gobierno que no tuvo que gastar cientos de millones para llegar al poder y que libre de toda deuda y compromiso, asuma las tareas pendientes más urgentes abandonadas durante tantos años y logre sentar las bases administrativas y legales para que el Estado recupere su naturaleza y autoridad ética y moral”. ¡Solo imaginar esta posibilidad provoca alivio! Si el caso se diera habría que lograrlo con una casta cívica impecable. Cualquier desbordamiento violento sería terrible. “La medicina resultaría peor que la enfermedad”, agregó el Clarinero.
Tres. Las reformas. La sociedad civil exige a los diputados no esperar hasta el 2016 para reformar la Ley Electoral como el primer paso para iniciar la refundación del Estado. ¡Ahora es el tiempo para hacerlo! En esta reforma se debe incluir más apertura para las comunidades en la solución de los problemas locales. Urge una nueva arquitectura política y social.
¡Vamos mañana a la Plaza!
clarinerormr@hotmail.com