VENTANA

Necesitamos una tregua

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Antes de escribir esta columna he tratado de comprender lo que otros de mis colegas columnistas han propuesto para encontrar una salida a la confrontación en la que estamos viviendo en Guatemala en estos momentos. Tanto José Rubén Zamora como Richard Aitkenhead creen que un diálogo de altura, más el respaldo de instituciones serias, como el Incae, podrían hacernos tomar esta decisión fundamental: bajar las armas, darnos una tregua, superar la radicalización y las tácticas de descalificación para aislar al enemigo común que todos sabemos muy bien que no es la gente de derecha ni de izquierda, sino que es la mafia del crimen organizado. Se puede vivir en el vaivén del péndulo que mueve la historia de la derecha hacia la izquierda y viceversa. La prueba es la misma historia de Europa, donde estos dos sistemas, de izquierda y derecha, han logrado convivir por muchos años sin destruir sus democracias. Pero nunca en la historia de Europa existió un tercer enemigo como el que ahora tenemos nosotros, que aparece disfrazado de político, pero que está escondido en las cuevas del crimen organizado.

Para hacer que esta reflexión tenga una relación con nuestra manera de pensar, creo que vale la pena recordar la escena del Popol Vuh cuando el reto era estar frente a los muñecos de palo e irlos nombrando por sus nombres uno por uno. Lo ejemplar del Popol Vuh es que, para ventaja de nosotros que lo leemos casi dos mil años más tarde, esta historia se encuentra repetida dos veces, con el fin, creo, de ayudarnos a descriptar su mito.

' No puede fortalecerse la democracia mediante el irrespeto al orden constitucional.

Rita María Roesch

La primera vez que llegan los dos hijos de Ixmucané a Xibalbá, por equivocación, comienzan a saludar a quienes no son gente, sino muñecos de palo. Así hemos estado nosotros en Guatemala, sin ver que detrás de sus disfraces se esconde el verdadero enemigo. Pero cuando los que bajan a Xibalbá son los nietos de Ixmucané, los gemelos, Hunahpú e Ixbalanqué, no caen en la trampa, no se confunden, y llaman a cada uno de los señores de Xibalbá por su nombre y apellido. Esa es la oportunidad que ahora estamos a punto de comenzar con un nuevo proceso electoral. Ahora tenemos más claro quiénes son los corruptos. Por quiénes no votaremos. Pero el encanto que tiene esta historia de la segunda bajada a Xibalbá es la solución que encontraron para ver la realidad tal cual es. Quien delató a los muñecos de palo es un zancudo que picó a cada uno y los hizo revelar sus nombres.

Las soluciones cuánticas no necesitan de grandes cosas ni de grandes armas, ni de grandes recursos para ganar sus batallas. Lo que necesitan son pequeños eventos, como los zancudos, que puedan desencadenar posibilidades inéditas para superar una coyuntura tan compleja como la que estamos viviendo. Viene a mi mente una cita de Nelson Mandela: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Así se vuelve tu compañero”. Y es que percibo que la población guatemalteca está dispuesta a dar ese paso adelante. Jose Rubén Zamora, en su editorial Viabilidad perdida, urge a las élites para que “emprendan con convicción un diálogo serio que permita acuerdos mínimos para que el país no descienda al caos…” ( 14. 010.19 elPeriódico). Richard Aitkenhead, en su columna titulada Guatemala y su histórico temor al cambio, comenta que “no puede fortalecerse la democracia, mediante el irrespeto al orden constitucional. La Corte es la última y máxima instancia”. Ese mismo pensamiento prevalece en diversos sectores de la sociedad civil. Queremos que se respete el Estado de Derecho. Queremos que se respete la independencia de poderes. Queremos desarrollo. Queremos democracia. Queremos paz. ¡Necesitamos una tregua para que la nave no se hunda!, cantó el Clarinero.

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