REFLEXIONES

No hay democracia sin transparencia

Hemos hablado de que no puede existir democracia sin justicia. También debemos plantear que no puede existir democracia sin transparencia, y es que la democracia implica el gobierno del pueblo a través de representantes electos que no tienen un poder absoluto sino que tienen límites en el ejercicio de ese poder y además deben rendirle cuentas al pueblo que los eligió. Esta transparencia implica que sea público todo lo que se hace en las instituciones de Estado, y no solo está relacionado con lo económico, sino también con lo político, pues el pueblo tiene el derecho de saber cómo y con qué criterios se toman las decisiones fundamentales.

Es por ello que reitero que los pueblos tienen el derecho de pedir que se les rinda cuentas, de denunciar a las y los funcionarios corruptos y el “derecho de indignarse” y manifestar públicamente su indignación. Esto fue lo que sucedió el sábado 25, en la capital y varias ciudades del país, ante los últimos hechos de corrupción gubernamental realizados por la banda de La Línea, que llega hasta el Secretario Privado de la Vicepresidencia, y que en el fondo es la culminación de escándalos repetidos constantemente durante los últimos tres años y medio.

Lo más interesante de estas manifestaciones fue que, por primera vez en muchos años, se trató de marchas multisectoriales, en las que participaron empresarios, profesionales y académicos, estudiantes, sindicalistas y líderes indígenas, ONG, organizaciones de derechos humanos y centros de investigación. Lo interesante es que esta vez, y ante el tema de la corrupción, la indignación fue generalizada y este es un factor muy importante, pues de lo que se trata es de construir consensos nacionales alrededor de la transparencia

Cabe recordar las manifestaciones pacíficas de Túnez y Egipto, aun cuando espontáneas y desorganizadas provocaron la caída de regímenes dictatoriales de más de treinta años. Y también recordamos la lección que nos dejaron estos movimientos de África que no lograron consolidar un proyecto común alternativo y que en Egipto lamentablemente llevaron al retorno de los militares al poder.

Por lo que debemos continuar esforzándonos por generar consensos multisectoriales en contra de la corrupción y por la transparencia gubernamental, pero también debemos empezar a perfilar otros elementos comunes necesarios como la justicia y los derechos humanos, la reforma político-electoral y otros que nos permitan aún con diferencias de opinión establecer elementos básicos de cohesión para un plan de trasformación y rescate nacional. Las próximas elecciones no pueden seguir siendo ejercicios de “lo mismo” y la perpetuación de los políticos tradicionales en el poder, sino debe ser la ocasión de cambio y renovación.

Exijamos al Congreso la reforma a la Ley Electoral.

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