CATALEJO
Nuestra realidad y debates políticos
LOS DEBATES POLÍTICOS entre candidatos a puestos de elección popular, sobre todo a la Presidencia, de acuerdo con la teoría política constituyen oportunidades de permitirle a la ciudadanía conocer el pensamiento de quienes aspiran a obtener el apoyo de los ciudadanos por medio del voto favorable. En Guatemala se han realizado algunos, con mayor o menor éxito, como lo fue el sostenido entre el entonces presidente Vinicio Cerezo, con el aspirante Jorge Serrano, en el lejano 1991. Mucho se especuló entonces de la manera como actuó el primero de los mencionados. En las contiendas posteriores se han realizado numerosas presentaciones de candidatos con el objeto de responder preguntas hechas por instituciones nacionales públicas y privadas.
ACERCA DE ESTE tema siempre me he preguntado si en la práctica existen posibilidades reales de la realización de un debate a profundidad, por numerosas razones: a) la necesidad de contar con un moderador ajeno a la percepción de facilitar a alguno de los contendientes; b) porque es francamente escasa la capacidad natural de oratoria sólidamente fundamentada. La tendencia se divide en mencionar una serie de temas, sin responder al cómo se va a lograr la promesa electoral; c) porque en nuestro medio se manifiesta con fuerza el fenómeno del desinterés de los ciudadanos, sobre todo en los niveles de menor poder adquisitivo, la mayor lejanía geográfica de la capital o la falta de la necesaria preparación acerca de los temas profundos y fundamentales.
ES POSIBLE AFIRMAR, SIN riesgo de ser calificado de mentiroso o de pesimista, la imposibilidad de realizar conversaciones entre candidatos merecedoras de ser calificadas como debates. Desde el punto de vista de los resultados electorales de una actividad específica, un debate tampoco es atractivo. Necesita preparación sobre los principales temas del país, muchos de ellos difíciles de explicar en corto tiempo, porque son complicados o porque para solucionarlos son necesarias medidas de mediano o largo plazo. El guatemalteco promedio pide soluciones inmediatas o a un tiempo muy corto, y eso explica en cierta forma la característica de votar por alguien para la Presidencia, esperando a alguien con una mezcla entre el mago Merlín y Chespirito.
LA OBVIA PREGUNTA DE muchos ciudadanos es ¿cómo es posible, entonces, permitirle a los ciudadanos conocer los planes de gobierno de los diversos aspirantes a la Presidencia? La realidad nacional impone entonces echar mano a un recurso ya utilizado en las campañas electorales anteriores, es decir, confiar en la actividad de los medios de comunicación, sobre todo los escritos, para invitar a todos estos personajes políticos a exponer su pensamiento en entrevistas tanto para la prensa como para la radio y televisión. Al respecto, se debe también pensar en solicitarles el listado de sus políticas principales, pero en especial de cuál es la forma para lograrlos. No basta con decir “crearé empleos” o “eliminaré el analfabetismo”, sin señalar cómo piensa hacerlo, pero también cómo se integran los equipos de trabajo encargados de la tarea.
OTRA DIFICULTAD DE realizar debates lo constituye el lamentable nivel de interés ciudadano en asuntos de mediano o lejano cumplimiento. Se piensa en términos de ¿quién ganó?, en vez de ¿quién demostró mejor conocimiento de los principales temas, y además lo pudo explicar de manera sencilla y coherente, para ser efectiva. En ninguna sociedad, lamentablemente, la mayoría de la población se interesa en conocer lo fundamental, ni las consecuencias y las interrelaciones de las diversas decisiones con el futuro inmediato, mediato y a largo plazo. Talvez se puede llegar a la conclusión triste de la imposibilidad de realizar debates políticos preelectorales, porque a todo lo señalado debe agregarse la creencia de ser el intercambio de palabras gruesas el motivo de presentarse ante los ciudadanos para pedirles el voto.