CATALEJO

Nuevas ideas para disminuir velocidad

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Han sido numerosas las campañas cuyo fin es disminuir la cantidad de personas fallecidas o heridas en los accidentes de tránsito. Debido a ser dirigidas a fechas específicas, como la Semana Santa, sus resultados tienen corta vida. La gente sigue manejando como le da la gana, sobre todo los motoristas, convertidos demasiadas veces en asaltantes e incluso sicarios. Pero ese es un tema adicional al de este artículo, cuyo fin es hacer conciencia real de la innecesaria pérdida de vidas útiles para la sociedad, debido a acciones derivadas de la irresponsabilidad y de la tozudez, y a la manera equivocada de calificar las distancias recorridas en los vehículos y un camión, de cualquier clase. Si se hacía de otra manera, la comprensión del peligro solo puede aumentar.

Manejar a 40 km por hora significa recorrer once metros por segundo (es decir una cuadra o campo de futbol en 9 segundos). A 60 km/hora, 16 m/seg, 6 segundos. A 80, 22 m/seg,el campo en 4.5 segundos; a 90 km/hora, 25 m/seg; el campo a 4 segundos; a 100 km/hora, 27 m/seg, el campo en 3.7 segundos. La distancia para detener un vehículo dependerá de su peso y tamaño: un tráiler parará después de un autobús de cualquier tamaño y un camión, y este después de un carro. Hay fórmulas para señalar las características, además de la velocidad: estado de la carretera, lluvia en el momento del movimiento del vehículo, alguna curva cercana, peso normal o sobrepeso, inclinación de la carretera si está en un área de ascenso o descenso.

Se debe hacer conciencia de un hecho: los accidentes no existen. Siempre, siempre, son el resultado de errores o de irresponsabilidades humanas. No se puede llamar accidente a conducir en estado de ebriedad, de noche, con neblina y a excesiva velocidad, término cuyo significado cambia según esas mismas circunstancias. Ese hecho no es un accidente, sino una total irresponsabilidad. Las condiciones están dadas para hacerlo realidad. Las víctimas de esta irresponsabilidad, es decir los ocupantes del otro vehículo, sí pueden hablar de un accidente para ellos, cuando no iban cometiendo acciones absurdas. Es impresionante la facilidad para la adquisición de licencias de conducir. El examen de la vista, por ejemplo, es un ejemplo de acciones sin resultado práctico.

Hablar de kilómetros por galón impresiona menos. Hablar de metros por segundo, provoca sorpresa muchas veces, y es lo mismo. La lógica me sugiere hablar de kilómetros solamente referirse a distancias entre puntos. Tal ciudad está a tantos kilómetros de otra. Pero la medición de la velocidad debe hacerse con unidades distintas de medida. Los metros por segundo. Hacerlo de esa manera ayudará, estoy seguro, a despertar la conciencia de la importancia del factor velocidad como uno de los más importantes cuando ocurre una colisión de cualquier tipo. Ayuda también a los peatones a calcular en algo el tiempo del cual disponen cuando un vehículo se acerca, además de darse cuenta del espacio necesario, por razones científicas, de la distancia de frenado de un vehículo.

Creo necesario entonces comenzar una campaña basadas en criterios como “Cree usted que es suficiente una velocidad de 22 metros por segundo? Esa es la permitida en el periférico capitalino. No corra más. Es innecesario, peligroso y potencialmente mortal. Además, es la permitida legalmente”. O algo así. Despertar la conciencia de las realidades aquí presentadas es fundamental para lograr a disminución de los accidentes de vehículos. Debe estar acompañada de campañas dirigidas a todos los ciudadanos en su calidad de peatones, pasajeros de autobuses, y también estar dirigida a los niños y los escolares. Hay mucha distancia para diseñar un instrumento efectivo de publicidad. Por ahora, solo me resta desear una tranquila y segura Semana Santa a mis lectores.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.