PERSISTENCIA

Carácter terapéutico en la epopeya helena

Margarita Carrera

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Bennet Simon, (Opus cit.) tiene un capítulo intitulado Epic as Therapy,  en el cual observa el carácter terapéutico que tienen los poemas y cuentos o historias en general, en donde el oyente  —o lector— comparte creencias, valores, aspiraciones del héroe, especialmente con la épica que nos pone en  contacto con los altos ideales heroicos: “(…) Especially  in such genre as the epic, the characters are heroes, and insofar as we can identify with them, we may momentarily share their heroism and again get in touch with our heroic ideals”.

La épica conlleva, así, no únicamente los valores éticos y estéticos del hombre, sino también una función curativa que anima y consuela al lector. Esto, claro, se refiere a todo tipo de leyenda o historia relatada por algún poeta, cuentista, novelista y dramaturgo, en todo tiempo y lugar.

B. Simon lo refiere, fundamentalmente, a la épica helena, señalando cómo los “rapsodas” de Homero u homéridas hacían el papel de médica y la audiencia, el de paciente.

De todo helenista es sabido que la difusión de los poemas homéricos se realizó mediante la recitación rapsódica y que en diversas localidades de Grecia había “Escuelas rapsodas”, alcanzando mayor fama la de los Quíos, depositaria del texto genuino de Homero.

Así la Ilíada y la Odisea constituían la Biblia para el heleno. Se apelaban a uno y otro poema épico como autoridad de diversa índole: religiosa, histórica, ética, estética, pedagógica y, de manera directa, terapéutica.

La doctrina de la épica, apolínea —que no dionisíaca, como la tragedia—, se asentaba en la “sophrosune” (=prudencia) sobre las bases de la serenidad y la justicia.

Pero para tener mayor comprensión y claridad sobre el papel terapéutico de los poemas homéricos, me parece oportuno hacer la siguiente cita de M.P. Nilsson (Opus cit.): “(…) Los héroes de Homero no tomaban por lo trágico un asesinato; Homero habla de huidas y de rescates, pero no de culpa y de impureza (…)”.

Pues, de acuerdo al psicoanálisis freudiano, lo que más perturba la mente del humano es cabalmente el sentimiento de culpa que lo agobia y destruye, y más aún si va ligado al sentimiento de impureza que le conduce al autodesprecio o pérdida de la propia estima —como el caso de Ayax.

Para afianzar aún más la teoría del carácter terapéutico de la épica griega, expongo, a continuación, cómo Aristóteles, en El arte poética, afirma que la poesía épica es superior a la historia, porque esta simplemente nos presenta los hechos tal cual son, mientras que la poesía nos los presenta tal cual debieran ser; es decir, idealizados, pudiendo, así, el humano, vislumbrar su “ideal del yo” que le permite engrandecer su alma: “(…) No es oficio del poeta el contar con las cosas como sucedieron, sino como debieran o pudieran haber sucedido, probable o necesariamente; porque el historiador y el poeta no son diferentes por hablar en verso o en prosa —pues se podrían poner en verso las cosas referidas por Herodoto, y no menos sería la verdadera historia en verso que sin verso—; sino que la diversidad consiste en que aquel cuenta las cosas tales cuales sucedieron, y este como era natural que sucediesen. Que por esto la poesía es más filosófica y doctrinal que la historia; por cuanto la primera considera principalmente las cosas en general; más la segunda las refiere en particular. Considerar en general las cosas es cuál cosa conviene a un decir o hacer, conforme a las circunstancias o a la urgencia presente; en lo cual pone su mira la poesía, acomodando los hombres a los hechos (…)”.

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