LA ERA DEL FAUNO

¿Cuál plaza? ¿la capitalina o la plaza financiera?

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Un personaje dijo hace dos días por la radio, tras conocerse la nueva solicitud de retiro de antejuicio contra Jimmy Morales, que “la plaza parece dormida, pero está despierta”. Este señor —creo que se trataba de un exdiputado— sabe que la plaza ya no existe como tal. Para empezar, persiste la necedad capitalina de autonombrarse líder de las manifestaciones nacionales y desestimar los movimientos indígenas y campesinos que denunciaron la corrupción de Pérez Molina, sin la difusión mediática de la capital.

Particularmente, me ofende que venga un exdiputado, o cualquiera, a decir que la plaza está lista cuando en realidad otros
se aprovecharon del reclamo y de ese espacio para infundir miedo a la izquierda, horror al comunismo venezolano (¡!), temor a Dios y otra serie de borricadas para darle la mesa servida a los corruptos. Estos aprovecharon las manifestaciones para colocar en el poder a un fantoche, a un inútil, al más servil de los presidentes que ha tenido Guatemala.

Cuando en 2015 salimos a las calles, la Cicig y el MP advirtieron que la lucha sería larga y requeriría grandes esfuerzos. Los primeros en criticar lo andado fueron y siguen siendo los desinformados. Muchos de esos que cantaron el himno y soltaron alguna lágrima se santiguaron frente a la construcción mediática del comunismo guatemalteco. Son los mismos que se tapan la nariz ante las marchas indígenas y campesinas.

Todo iba camino a iniciar cambios hasta que la justicia tocó a los que encumbraron al fantoche. El poder económico, ese que ahora “pide” disculpas por haber desgraciado al país y hunde su cabeza de atracador, fue el que diseñó un traje a la medida: colocó a un tonto. Popularizó a la persona ideal, a un chistoso, dizque trabajador, chispudo representante de ese espíritu chapín chingón y alegre, carente de razonamiento, pero mañoso como ellos en su posición privilegiada. Mediante financiamiento electoral ilícito colocaron a la estrella de Tropa loca. Muchos escribimos que aquello era una farsa, que detrás de él había una junta militar, que querían asegurar la impunidad de los empresarios corruptos, de tanta basura, pero se dijo “déjenlo trabajar”. Difundieron mensajes cuyo subtexto era sometámonos, arrodillémonos y bendigamos a nuestras autoridades. A la gente eso le cala, le gusta, la hipnotiza.

Con el tiempo, el movimiento artero de jugar a derecha e izquierda tuvo efectos gratos a la corrupción. Debido a que siguieron cayendo más empresarios, altos funcionarios, banqueros, la élite de la corrupción guatemalteca, las reacciones fueron de lo absurdo al descaro. Absurdas como decir que la lucha contra la corrupción nos debilita económicamente ante el mundo porque es obra del comunismo internacional, y descarada como cualquier palabra, conducta y muestra de laboratorio que se extraiga del Congreso.

Llegados a este punto, ante la nueva solicitud de retiro de antejuicio a Morales dicen que debemos estar alertas “al llamado de la plaza”. Me pregunto a qué se refieren. Por mi parte, no he perdido de vista, ni el rumbo ni la fe en quienes han hecho más que hablar. Si acudo a manifestar —como espero hacerlo— no será por el llamado de gentuza que lo mismo ve una plaza manifestante que una plaza financiera, sino porque es mi manera de resistir y porque he visto las acciones prácticas de grupos con los cuales me identifico, de la sociedad civil, de personas que han interpuesto recursos legales para que esto —aun dando tumbos— avance; de quienes no van y vienen sino que están allí desde antes, como la gente corajuda de la batucada, por ejemplo.

@juanlemus9

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