SI ME PERMITE

La amistad se muestra en detalles insignificantes

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“Tómate tiempo en escoger un amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo”. Benjamín Franklin

Si bien la expresión de presentar a alguien como amigo es muy frecuente, la realidad en la referencia de ser amigos como todas las implicaciones que esto incluye es mucho más difícil y requiere mucho más que una sola presentación.

A la verdad, para llegar a tener amigos uno es el que debe iniciar siendo amigo y con el tiempo ese sentimiento se vuelve recíproco, al extremo de que somos identificados como amigos por los que nos conocen.

Debemos aceptar que la amistad encierra cierta mística que no siempre tiene explicaciones lógicas. Esto se refleja en la expresión de terceros, cuando con alguna sorpresa aceptan de aquellos que son amigos de uno.

Lo sorprendente de esta vida es que cuando uno recuerda el cómo llegó a ser amigo de alguien, en la mayoría de los casos hay similitud.

Pero no podemos negar que el modo como hemos cultivado ciertas amistades enriquece nuestra vida y también nuestras memorias.

La idea de que alguien sea amigo implica que hay que estar conscientes de ello y saber pagar un precio para poder conservarlo por mucho tiempo y, por qué no, mejorarlo. Por ello las amistades no son sujetos de colección, sino de relación.

Es muy común en las diferentes relaciones que mantenemos que hagamos referencia de algunas personas como amigos de mi padre o de mi madre, y esto implica que hay un espacio donde de alguna manera se puede ampliar el círculo y poderlos contar como amigos nuestros.

En una sociedad tan materializada y también tan acelerada, las amistades tienen un lugar muy especial porque nos permiten conservar un perfil humano.

En momentos difíciles y de situaciones de imprevistos, las amistades toman una realidad inexplicable que nos ayuda a regresar a la realidad o a la normalidad de la vida, porque nos parece que hemos llegado a un callejón sin salida.

No podemos negar que en casos muy particulares puede mucho más un amigo que un pariente cercano. Y aun cuando un pariente se nos acerca, es más por el perfil de amistad que de parentesco.

La amistad es una relación que está en constante prueba por lo variable de la vida. Por lo mismo, las amistades se califican como verdaderas porque se capitalizan por una serie de situaciones, las cuales pueden alcanzar a los demás miembros de la familia.

Nadie habla de cuántos amigos tiene, porque es un asunto intrascendente y poco importa, pero para cada particularidad de la vida en la que atravesamos posiblemente tenemos a alguien a quien calificamos como amigo para acercarnos a él, o lo más probable es que el amigo nos venga a buscar.

La gran incógnita que debemos despejar en nuestra mente es si somos conscientes de la necesidad que tenemos de amigos, y si estamos nosotros cultivando amistades que apreciamos porque tenemos interés de extendernos a ellos para apoyarlos y estar dispuestos a acompañarlos en la vida.

Esta relación termina siendo algo recíproco. Un valor adicional está en observar en terceros cómo logran tener amistades dignas de lucir y claro está que nosotros podemos aprender de ellos para tener un mejor beneficio en las amistades que cultivamos.

Propongamos hoy revisar a quien denominamos amigo, y si podemos mejorar la relación para que no solo sea un título, sino una relación enriquecedora.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.

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