ESCENARIO DE VIDA

Tributo a una mujer excepcional

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Hoy dedico esta columna a las mujeres excelsas, mujeres bondadosas, mujeres sabias, mujeres tiernas, mujeres laboriosas, mujeres dulces, mujeres fuertes como el acero y mujeres sencillas y compasivas. Quienes reúnen todas estas cualidades merecen nuestra admiración, pero hay una en particular a la que me referiré.

Por los años de 1950 existió una mujer con estas características cuando era poco usual ver a una mujer empresaria exitosa que salió adelante en una Guatemala machista. Eran tiempos en los que los hombres se creían los únicos con derecho a manejar negocios importantes. Sin embargo, ella y su marido lucharon hombro con hombro, repartiéndose atribuciones. Él, en la gerencia, y ella en el mercadeo y publicidad. Fue un negocio que los llevó a ser los pioneros de la industria automovilística de Guatemala.

Esta mujer no solo fue una exitosa empresaria reconocida a nivel nacional, sino que también obtuvo el reconocimiento de una transnacional como la mejor vendedora de una marca de vehículos en Latinoamérica. Además de inteligente, digna y laboriosa, era amorosa, compasiva para con los más necesitados, pero al mismo tiempo extraordinariamente dulce y carismática. Aunque tímida y sencilla, cautivaba por su belleza. Poseía una cara angelical, un abundante pelo ondulado, unos grandes ojos negros y un cuerpo escultural a lo Sophia Loren. Al mismo tiempo, enternecía con su calidad de madre abnegada, hija amorosa, hermana dedicada, esposa fiel y luchadora incansable.

Les hablo de mi madre, Amalia Sandoval Sanchinelli Vda. de Nicol, quien dejó de existir la noche del pasado 16 de octubre. Del otro lado del umbral, la espera un hombre que la adoraba: mi padre, H. J. Nicol. Hoy, ella ya habrá descubierto que está hecha de luz y que Dios la envuelve completamente. Hoy, ya habrá descubierto que este mundo que ha dejado, ha sido solo una escuela; una caricatura en comparación al lugar donde no hay enfermedad ni muerte, donde no hay odios ni rencores, donde no hay pleitos ni discordancias. Solo hay AMOR.

Ella me enseñó tantas cosas lindas de la vida. Me decía que en su tiempo les hacían estudiar un curso obligatorio en las escuelas, colegios y liceos que se llamaba “Moral y urbanidad”, y en eso basó nuestra formación. Nos leía cada día capítulos de ese libro que había guardado en su juventud. Ella me contaba que en ese entonces la educación era muy diferente. Había maestros dedicados a enseñar las cátedras con propiedad y no solo por la paga. Existía disciplina en las aulas, aunque no se tratara de colegios caros, y cada alumno sentía la responsabilidad de cumplir con sus tareas a cabalidad.

A mi madre le debo lo que soy, especialmente por prepararme a entrar en el mundo artístico. Ella poseía una maravillosa voz de “soprano ligero” y podía cantar canciones en español, italiano y otros idiomas, tal y como se lo habían enseñado en la primaria. ¡Cantaba como toda una concertista! Cuando cumplí los 3 años de edad, ella insistió en que aprendiera a declamar, y más adelante me indujo a recibir clases de canto, piano, ballet y hasta actuación. Hoy soy lo que soy por ella.

Mi madre fue una gran campeona. Crio seis hijos, de los cuales siempre se sintió orgullosa, y todos sin excepción la amamos y hoy le pagamos tributo: Henry, Linda, Roy, Tops, Wisdom-Verity y yo. Ahora ya está en paz y en presencia de Dios, en un lugar privilegiado donde no hay llanto ni dolor, ni tribulaciones de ninguna clase. Hoy y siempre, mi madre permanecerá conmigo y en el corazón de mis hermanos como si jamás se hubiera ido. Será un recuerdo sereno, dulce, pero en especial, un recuerdo eterno.

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