PALABRAS DE PAPELDebatir significa discutir

EDUARDO P. VILLATORO

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Si debatir es discutir el pro y el contra de una proposición, examinando con cuidado una cuestión determinada, lo que menos hubo la noche del lunes 15 fue debate, sobre todo porque el candidato presidencial Óscar Berger se limitó a repetir generalidades que suele reiterar en sus reuniones proselitistas, además de que se escabulló ante las concisas preguntas que le planteó el también presidenciable Álvaro Colom.

Si hubiese sido una discusión, Berger hubiera respondido con claridad la directa interrogante de su oponente sobre la compra de autobuses usados, hoy abandonados, cuyo oscuro negocio dejó pérdidas millonarias a la municipalidad cuando el abanderado de la Gana era alcalde citadino, y no endosarle el asunto a su sucesor Fritz García-Gallont.

De haber sido debate, Colom podría haberle preguntado a Berger cuál de los graves problemas de ciudad resolvió durante sus dos períodos en la alcaldía, contando con el apoyo de su entonces protector el ex presidente Álvaro Arzú.

También se pudo discutir acerca de materias taxativas y próximas a la realidad de las empobrecidas familias guatemaltecas, como el súbito y exagerado aumento del precio del azúcar. Seguramente en este tópico Berger sí tendría la respuesta en la punta de la lengua, porque entre sus principales financistas se incluye al poderoso sector azucarero.

Asimismo, hubiera sido correcto enterarse si el candidato de la Gana comparte la opinión de su asesor económico, Richard Aitkenhead, quien habría anunciado que si Berger triunfa en las elecciones, el quetzal se devaluará más ante el dólar, lo que conviene a los intereses de los grandes exportadores.

Aunque la voz de Colom no le ayuda, defecto del que se mofaron los clasistas e impertinentes seguidores de la Gana, fue puntual al exponer apretadamente sus criterios en torno del asunto que estaba planteado; en tanto que Berger abundó en frivolidades e imprecisiones, como cuando al referirse al tema educativo tuvo la genialidad de constreñirse a decir tres veces educación, provocando el delirio de la culta concurrencia que lo vitoreaba.

En fin, pese a la pobreza dialéctica del foro televisivo, Álvaro Colom expuso soluciones y mostró coherencia retórica, consistencia ideológica y sensibilidad ante las necesidades de los guatemaltecos menos favorecidos.

(El indigente Romualdo, extendiendo la mano, suplica a una adiposa dama seguidora de Berger: ¡Llevo tres días sin comer!. La ricachona replica: ¿A qué se debe esa falta de apetito?).

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