CATALEJO
Panorama diferente desde la distancia
GRACIAS A LA TECNOLOGÍA ha quedado como cosa antigua la posibilidad de separarse del país cuando uno sale. Al observar las transmisiones en directo da lo mismo estar en Guatemala o, como en mi caso desde la semana pasada, verlas desde Barcelona. Por eso, gracias a la perfecta señal de Guatevisión, pude observar con asombro, aunque no con sorpresa, la conferencia de prensa sabatina con las revelaciones de las aprehensiones y las órdenes de captura internacionales a los exfuncionarios de gobierno. Estaba conmigo una persona amiga, residente en Guatemala hace diez años, quien al oír de la “cooperacha” sonrió ligeramente y dijo: “Guatemala no solo no ha cambiado, sino está peor”. Fue triste escucharlo, pero es muy cierto.
EL LUNES ESCUCHÉ EL debate por TV entre Mariano Rajoy y los tres candidatos opositores, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Juan Pablo Iglesias. Los cuatro con preparación y capacidad, discurso rápido y al mismo tiempo profundo. Es inevitable hacer odiosas pero útiles comparaciones. Las andanadas de ataque y defensa eran durísimas, aunque con elegancia imposible de soñar en nuestros lares. Hay dos aspirantes de partidos nuevos, sobre los cuales se puede comentar mucho a favor y en contra. Pero incluso en ellos se notaba la preparación y la experiencia en este tipo de acciones políticas. Los opositores no pasan de 45 años, mientras Rajoy tiene 61 años, cifra etaria no acorde con su apariencia a causa de la barba cana.
EN EL DEBATE, LA PARTE con señalamientos más duros se relacionó con el tema de la corrupción, un flagelo presente desde hace mucho tiempo en todos los gobiernos del mundo pero ahora, gracias a la información periodística, convertido en uno de los temas de mayor importancia en las elecciones. Al escuchar las expresiones a este respecto de los participantes, los ataques y contrataques, es imposible evitar otra comparación: en ningún caso había —por ejemplo— casos de robo de medicinas causante de la muerte de niños. Hasta en eso hay superioridad en el Primer Mundo al compararlo con el nuestro: pensar siquiera en la posibilidad de una cooperacha tercermundista sería considerado una obsesión absurda contra alguien.
PERO VOLVIENDO AL TEMA de Guatemala, aunque la tecnología permite conocer las noticias en forma instantánea, el hecho de estar a miles de kilómetros, de una diferencia de ocho horas, lo hace a uno pensar en forma distinta, más arriba de los árboles y por ello con capacidad de observar el bosque, sea este en el campo de la política o de cualquier otro. Incluso se hacen más claras las ideas en cuanto a las realidades actuales del país, de sus lamentables causas y del tan inseguro futuro, de las expectativas cuando la clase política guatemalteca es como es, en realidad inexistente porque quienes la integran en los últimos años convirtieron en una acción paroxística la llegada al poder, para saquear al Estado a cualquier costo.
ESTAR FUERA, AUNQUE SEA por poco tiempo, al ver las cosas desde la distancia provoca un leve y temporal cambio de pensamiento, porque inconscientemente se observa al país desde una perspectiva distinta. Se piensa como lo hacen quienes han debido irse en un exilio voluntario u obligado por razones económicas. Y con ello puede llegar algo de esperanza, o de desilusión. De optimismo o de pesimismo. De ilusión o de realidad. De sueño o de pesadilla. Cualquiera de las posibles opciones es válida y responde a una decisión personal. La parte positiva es poder analizar hechos como las manifestaciones populares del año pasado y por qué asombraron al mundo.