CATALEJO
Para entender las encuestas
EL INICIO OFICIAL DE LA campaña política previa a las elecciones del 6 de septiembre provoca el interés en las encuestas, ya sea para conocer —o al menos tener una buena idea— de los temas de interés ciudadano, de la intención de voto, de sus esperanzas y de sus decepciones. Mucho se ha discutido acerca del valor de estos instrumentos de medición, por una serie de factores, entre ellos el desconocimiento de cómo deben ser para merecer ese título, y cuándo se puede decir con certeza si fallaron o no. Por ello creo importante dedicar este espacio a explicarlas, a fin de dificultarle a quienes en un momento político como este deseen utilizar pseudoencuestas para abiertamente engañar a los ciudadanos o introducirles confusión.
TODA ENCUESTA NECESITA una planificación cuidadosa, especialmente si es política, con el fin de darle representatividad a los resultados obtenidos. No es simplemente pararse en una esquina y hacerle preguntas a transeúntes. Los encuestados deben estar divididos proporcionalmente según lo están en la realidad nacional. Por ejemplo, si la mitad de los ciudadanos tienen entre 18 y 40 años, la mitad de la muestra debe tener esa edad. Por lo mismo, la mitad deben ser mujeres y la mitad hombres, pues así es la división por sexo de la población. Por razones como éstas, las encuestas son caras y necesitan de unos cinco días para ser realizadas en todo el país. Una similar cantidad de tiempo se necesita para tabular los datos y obtener los resultados.
DOS FACTORES DEBEN SER comprendidos. Uno es el “margen de error”. Por ejemplo, si el candidato A obtuvo 38%, y el margen de error es + — 3, el resultado puede ser entre 41 y 35, y la encuesta es válida. Si el aspirante B tiene 35%, se habla de “empate técnico” porque podría tener un resultado entre 38 y 32. En este ejemplo, podría darse el caso de una elección en la cual el candidato B subió a 37 y el A bajó a 36. Entonces, el resultado invirtió el orden de cómo quedaron los candidatos, pero la encuesta no falló. Si el resultado arroja 40% para A y 31% para B, la encuesta acertó en el orden, pero no en las cifras. Generalmente este es el tipo de resultado obtenido, aunque también los porcentajes obtenidos en realidad son exactos.
OTRO FACTOR IMPORTANTE se refiere al tiempo. Las encuestas no revelan la realidad al momento de ser publicadas, sino al momento de ser realizadas en todo el país. Por esa causa se debe indicar siempre en cuáles fechas los encuestadores realizaron su trabajo. Sobre todo en el campo de la política, muchas veces se presentan circunstancias inesperadas cuyo efecto es cambiar las decisiones de los votantes, o inducirlos a presentarse o alejarse de las urnas. Un ejemplo es lo ocurrido en España, cuando Madrid fue sacudida por el acto terrorista del 11 de marzo. Los dos partidos estaban muy cercanos en la intención de voto, pero este hecho provocó un voto de castigo al gobierno y por ello ganó la oposición. Las encuestas no fallaron.
CÓMO SON LAS PREGUNTAS es otro factor fundamental, así como el significado popular de los términos empleados. Cuando un guatemalteco afirma estar “regular”, ¿es frase de tendencia positiva o es una forma de no admitir una mala situación? El significado de ciertas palabras variará incluso dentro de un mismo país. El lenguaje de Huehuetenango, por ejemplo, es distinto al de Jutiapa, pero también las características sociológicas y étnicas. En cuanto al orden de las palabras, me acuerdo de un chiste: un encuestador logró permiso para fumar en la iglesia, porque le preguntó al cura si podía ‘rezar mientras estaba fumando’ en vez de ‘fumar mientras estaba rezando’. Bromas aparte, la encuesta es un instrumento de información de primer orden.