PLUMA INVITADA

Partidos políticos descerebrados

Roberto Chávez Zepeda

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En la dialéctica jurídica y política cada situación tiene nombre propio y los juristas y honorables juzgadores le dan una apelación correcta a cada cosa que entra en el ámbito de su jurisdicción. No me explico cómo el decreto 1-85: Ley Electoral y de Partidos Políticos, en un introito o en un racional, previo a los considerandos, no empieza por definir lo que se entiende por partido político, las razones filosóficas, requisitos y normativas que debe satisfacer una agrupación de ciudadanos para serlo. De allí que lo que se ha aceptado como partido político no es más que una agrupación electorera, carente de filosofía política.

El artículo 19, en su inciso a) reza: “Requisitos para la existencia y funcionamiento de los partidos. Para que un partido político pueda existir y funcionar legalmente se requiere: a) Que de conformidad con el último censo oficial de la República, cuente con un mínimo de un afiliado por cada dos mil habitantes que estén en pleno goce de sus derechos políticos e inscrito en el Registro de Ciudadanos. Por lo menos la mitad de estos ciudadanos deben saber leer y escribir”.

La pregunta del millón es: ¿Qué motiva actualmente a esos dos mil ciudadanos a inscribirse en tal o cual partido? Entre las respuestas que pueden esperarse están: compadrazgo, pisto, promesas sin sustento, novelería y otras por el estilo, porque la única razón valedera para ingresar a un partido político o a cualquier tipo de agrupación es que haya comunión y afinidad de ideas, pero como los partidos políticos de los últimos años carecen de ideologías, solo puedo imaginar que quienes se afilian lo hacen inspirados en un eslogan o porque el candidato es guapo o guapa, porque les simpatiza la actividad que desempeñan, por chistoso o porque parece ser el menos peor. En la época de las dictaduras, en Guatemala existieron dos partidos políticos: Liberales y Conservadores; lamentablemente, después de la gesta cívica libertadora de 1944 desaparecieron esas dos denominaciones políticamente válidas porque fueron desacreditadas; la Liberal, porque detrás del nombre de esa ideología se refugiaron los dictadores y déspotas anticlericales, y la Republicana o Conservadora, porque con esa etiqueta se cubrieron los incondicionales recalcitrantes adeptos a la iglesia Católica, también llamados cachurecos.

Después de la revolución del 44 surgieron partidos con alguna identidad ideológica: El Partido de Acción Revolucionaria y el Partido Revolucionario, ambos con tendencia de izquierda; la Democracia Cristiana Guatemalteca (Socialdemócrata), el Movimiento de Liberación Nacional (derechista) y el Frente Popular Libertador (centro–izquierda). Así es como los partidos guatemaltecos no reciben contribuciones de sus simpatizantes y tienen que prostituirse acudiendo a financistas que buscan prebendas y, terminado el período presidencial que acuerparon, desaparecen sin haber podido dejar algún avance.

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