PLUMA INVITADA

Navidad 2023

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Nada tan necesario en estos días que una reflexión de la Navidad. Durante años hay un plexo de acciones encaminadas a reunir a la familia, a la comunidad, al orbe. Es una expresión captable por personas cultas que comprenden adviento, esa preparación del corazón que implica el reconocimiento cristiano de lo que se hace, sobre todo buscando unidad y olvidando la pomposidad para que de manera frugal entendamos el sentido de ser guatemaltecos.

Expresarse es importante, ya sea de manera objetiva a través de un ponche, tamal, luces, manzanilla, hoja de pacaya o los inventos técnicos que convierten en sentimientos mágicos de unidad. La Navidad no refleja el simple hecho de estar frente a objetos particulares de la época, sino el corazón dispuesto a conferir a la acción el carácter objetivo de un corazón humano.

El nacimiento, el árbol, o simplemente un villancico es una forma de ser humano. Unido a las personas que a veces lejos de nosotros se vuelven circundantes en torno al fenómeno de la Navidad. Esa coexistencia con los guatemaltecos es una verdadera comunicación existenciaria de lo que somos, creando un nuevo plexo de elementos que dejan de lado las diferencias y convierten la antipatía en simpatía, la discordancia en concordancia y porque posibilita la acción universal de vivir en nuestro planeta de manera responsable.

Esta recreación de lo que somos debe ser transmitida responsablemente a nuestros hijos, nietos, para que no comprendan un hecho alejado del significado de ser un pueblo fundamentalmente cristiano que es propio de la cultura universal y no como se denigra, que parte de una mente ingenua incapaz de ver la realidad del Cristo hecho carne. Los guatemaltecos damos orientación a la época, damos sentido a las antinomias de los tiempos actuales y reconocemos las diferencias con respeto y ecuanimidad.

' La Navidad es una luz que se devora a sí misma y contagia a otras personas con sus respectivas luces.

José Miguel Argueta

La insuficiencia de muchos jóvenes de sustentar esta recreación básica del espíritu humano y esa inmisericorde lucha entre hermanos sumerge en un caos sin sentido, esos lastres y asideros en todos los órdenes de tener la razón hace que confundamos el camino y busquemos lo que vulgarmente se denomina “crisis”. Extender indefinidamente en el tiempo la validez de la Navidad como época en todas sus modalidades es un imperativo en cada guatemalteco. La tragedia de olvidarlo convierte nuestra vida y la de los que nos rodean en algo dramático que no da seguridad, sino que ambienta la “crisis”.

El ser humano es cambiante y extiende indefinidamente sus posibilidades. Sin embargo, cuando se vuelve incapaz de enfrentar los nuevos retos y las nuevas modalidades de existencia engendra una cadena no de ampliación y renovación, sino de retroceso en la vida civilizada. La Navidad es una luz que se devora a sí misma y contagia a otras personas con sus respectivas luces para que iluminen el sendero que nos toca recorrer en 2024. El espíritu de la Navidad no se extingue pronto porque ha logrado la transformación de dudas en unidad de propósito.

Lo trágico es cuando los valores que la sustentan se convierten en otras manifestaciones objetivas que no impregnan el corazón humano y entonces sobreviene la decadencia, aunque como pueblo vivamos en un mundo de bonanza comunitaria. En el decir de José Ortega, “sobrevivimos a nuestra circunstancia cuando somos el flujo vital que mantiene viva esa circunstancia”.

No me aparto de entender que la “crisis” es ir acumulando esos problemas y apagar la antorcha que ilumina la vida humana. Toda época de navidad se degenera si no está en constante crecimiento de propósitos. Bendiciones a todos. En esta época.

ESCRITO POR:

José Miguel Argueta

Profesor universitario del curso Unión Europea. Formación doctoral en Derecho en la Universidad Francisco Marroquín y Comunicación Estratégica en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Politólogo de profesión.