PLUMA INVITADA
Perspectivas económicas 2023: Más incertidumbre y riesgos de bajo crecimiento
La eliminación de restricciones a la realización de ciertas actividades económicas para detener la propagación del covid-19; la inmunización de la población en contra de este virus y la puesta en marcha de distintos estímulos fiscales, explican parte de la recuperación que experimentó el crecimiento económico del mundo a lo largo del año 2021 (en 2020 la producción mundial se contrajo en -3.1% y en 2021 creció en 6.1%). Al cierre de 20221 se desató una crisis en la cadena global de suministros, que creó presiones inflacionarias a nivel global. Un acontecimiento que pasó desapercibido al verse minimizado por el optimismo que produjo el crecimiento económico que todos los países experimentaron.
Un optimismo que duraría poco, ya que el inicio de 2022 se vio marcado por la invasión de Rusia a Ucrania (que elevó la incertidumbre sobre el abastecimiento mundial de granos básicos, fertilizantes, gas natural y petróleo) y la política de cero casos de covid-19 implementada por China. Ambos acontecimientos (más el efecto de los estímulos fiscales agresivos otorgados por los países desarrollados en los momentos más álgidos de la pandemia) produjeron una escalada mundial de precios en los alimentos y las fuentes de energía no renovable. Algo que finalmente se reflejó en elevados niveles de inflación a nivel mundial, que pasó de 4.7% en 2021 a proyectarse que en 2022 cerraría en 8.8%. Un comportamiento que obligó a los bancos centrales a cambiar el rumbo de su política monetaria, al verse en la necesidad de programar aumentos en sus tasas de interés. La Reserva Federal de los Estados Unidos pasó de una tasa de interés de 0.25% en marzo de 2022 a cerrar el año con una tasa de 4.25% y ha dejado claras señales de que los aumentos seguirán este año.
' Para las remesas se proyecta una tasa de crecimiento interanual de 6 por ciento.
David Casasola
Además de reducir el optimismo sobre el desempeño económico del mundo para el cierre de 2022, las situaciones anteriormente descritas se alinean para augurar un 2023 cargado de incertidumbre, en donde se asoma un panorama de desaceleración económica. En la última actualización de las perspectivas económicas realizada por el Fondo Monetario Internacional se describió el 2023 como un año marcado por “inflación e incertidumbre”. Haciendo énfasis en el desafío que enfrentan los gobiernos de balancear su política monetaria y fiscal, para mantener la inflación bajo control y aliviar el impacto que el aumento en el costo de vida genera sobre poblaciones vulnerables.
Guatemala se ha visto afectada por la situación internacional, la inflación interanual se ha ubicado fuera de rango de la política monetaria (3%-5%) desde mayo de 2022. Como consecuencia, la tasa líder de la política monetaria pasó de 1.75% en abril del año pasado a 3.75% en noviembre, y todo apunta a que este año habrá más aumentos. Para el 2023, el Banco de Guatemala proyecta un desempeño levemente inferior al de 2022, considerando el punto medio del pronóstico establecido, la economía guatemalteca crecerá en 3.5%, 50 puntos básicos por debajo de la proyección media de 2022 (4%). Este desempeño se sustenta a partir del comportamiento esperado de las remesas, para las cuales se proyecta una tasa de crecimiento interanual de 6%. Asimismo, se espera que el crédito al sector privado crezca alrededor del 8.5%. Se proyecta un crecimiento interanual en las exportaciones que oscilará entre 4.5% y 7.5% y que la inflación se ubicará en 5%.
Si bien, el contexto económico internacional no es alentador y la incertidumbre es elevada, es fundamental apostar por una política económica local agresiva, que parte por reconocer que los retos en materia de transformación productiva, inversión, generación de empleo productivo, mejora de los ingresos de la población, infraestructura productiva, innovación, productividad y certeza jurídica que el país enfrenta siguen siendo igual o más importantes y urgentes que antes.