Privilegios fiscales y niños refugiados

El asunto debe ser analizado desde sus orígenes. Ciertamente, es natural que toda persona desee pagar menos impuestos o no pagarlos. Pero cuando esto se lleva al extremo, convierte al país donde esto ocurre en un ámbito donde se imposibilita un pleno desarrollo, por la simple causa de que el Estado necesita de las contribuciones impositivas tanto de los ciudadanos como de las empresas.

La idea de exoneración de impuestos es válida y aceptable, siempre que no sea por períodos exageradamente largos. Dejar la contribución impositiva en los hombros de los ciudadanos y de las empresas mini, pequeñas y medianas, en un plazo muy corto contribuye a que los exonerados sean quienes pueden y deben cumplir con su contribución a que el Estado tenga los fondos necesarios para que haya más seguridad, mejor capital humano, educación, salud, etcétera.

La crisis humanitaria que se origina en Guatemala y ha reventado en la frontera estadounidense obliga a pensar en la responsabilidad de quienes también deben pagar impuestos, como ocurre en los demás países del mundo. Uno de los caminos mejores es la inversión en el país, a fin de que se reduzca la desesperación que hace que los guatemaltecos de todas las edades emigren, y quienes tengan ese éxito se conviertan en el más importante producto de exportación y de hecho en uno de los sostenes de la economía.

No se puede dejar de señalar la enorme razón que tienen quienes deberían pagar impuestos en la grotesca realidad de la corrupción y de lo que ha dado en conocerse como cleptocracia, es decir un gobierno de ladrones en cualquiera de las manifestaciones del poder público. Sin embargo, la necesidad de que el país pueda mejorar la calidad de vida de sus habitantes obliga a que se busquen formas de contribuir con impuestos, lo cual debería claramente excluir cualquier privilegio, porque si no se limitan avances en servicios, pago de maestros, etcétera.

De esa manera se podría frenar la corruptela y cumplir con una tarea ciudadana y empresarial que no se puede negar y que tampoco se debe eliminar, porque hacerlo solo servirá para afianzar aún más el subdesarrollo y el atraso nacionales. Esta forma de pensamiento se basa en que debe existir una responsabilidad empresarial aún más amplia que la que hasta ahora se practica en el país. El desarrollo debe ser fundamentalmente humano, educativo, de salud, porque el bienestar es la base para que se le dé impulso a la vez a la dinámica económica, cuyo papel no es de solitario eje, sino de un vital engranaje de una maquinaria social.

ESCRITO POR: