El producto de la tosudez

En el ínterin, como siempre ocurre, los espectadores fueron nuevamente los castigados con este montaje, porque una vez más miles de guatemaltecos resultaron afectados en distintos puntos del país, al ser víctimas de un nuevo abuso de estos grupos de presión que simplemente anteponen sus intereses para alcanzar beneficios sectarios, sin importarles el cumplimiento del mandato constitucional de no impedir la libre locomoción, algo que ni siquiera la presión de los empresarios ante instancias jurídicas logró interrumpir.

Este último punto es de especial relevancia porque ayer fue obvio que las fuerzas de seguridad no actuaron de acuerdo con sus obligaciones, como sí lo han hecho en otras ocasiones sobre otros grupos; permitieron que el abuso de los maestros se prolongara más de lo debido, al punto de que hasta el mediodía se registraban colosales atolladeros en varios departamentos y en puntos neurálgicos de la ciudad que indudablemente se traducirán en millonarias pérdidas para la Nación.

En esta ocasión fueron insuficientes las acciones interpuestas ante los órganos jurisdiccionales respectivos para buscar que las fuerzas de seguridad cumplieran con la obligación de garantizar el bien común. Se trató de un extraño y triste calco del mecanismo utilizado hace una década por otro partido en el poder. Si bien se buscaba otra finalidad, el cuadro era el mismo: manifestaciones presuntamente espontáneas, aunque con todos los síntomas de ser orquestadas; fuerzas de seguridad que sospechosamente no intervienen, pese a la magnitud del daño.

Hay que destacar que ese tipo de hechos, que obviamente se producen como maniobras para legitimar lo que técnicamente no es recomendable, le acarrean demasiado perjuicio al país. Si bien es válida la defensa de intereses que pueden ser legítimos o no, pierden su sentido cuando afectan a millares de personas que necesitan acudir a sus centros de trabajo, por no mencionar a los niños y jóvenes que acumularon más días perdidos de clases y que seguramente los activistas magisteriales no repondrán a final de año.

Lamentablemente, esas son las escenas que tristemente se seguirán repitiendo cuando se conjugan las ambiciones políticas, la incapacidad para generar consensos y la actitud timorata de quienes están obligados a velar por el bienestar y la seguridad de la mayoría. Por supuesto que cabe mencionar a los anteriores gobiernos, que han encontrado en el gremio magisterial a un aliado multitudinario que utilizan cuando les conviene y que manipulan fácilmente gracias a una dirigencia miope que no obstante su tosudez afirma estar luchando por el futuro de la patria.

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