¡Qué derroche!
Duele ver ese derroche de recursos, que no solo implica vehículos, sino gasolina, sueldos de los guaruras, radios, teléfonos, etcétera. Este solo es un pequeño ejemplo, de cómo se la gastan en este gobierno.
Y vaya si no hay corrupción, por allí anda el antipático e inepto exministro de Salud, Jorge Villavicencio, anunciando que pedirá apoyo a la Cicig, para que determine quiénes están involucrados en el caso que lo sindica de suscribir convenios millonarios, los que serían destinados para la prestación de servicios de salud que no se dieron. ¿Por qué no habló y denunció antes? Claro, no podía porque estaba gozando de las mieles del poder y de los beneficios que tienen todos los funcionarios públicos en este país. Quien llega al Gobierno encuentra un arca abierta, para hacer lo que quiera, sin que nadie lo fiscalice.
Los diputados no se quedan atrás, llegan al colmo de decir que no irán a trabajar porque está lloviendo. En ese recinto se habla de sobornos, chantajes y alianzas que apestan, desvíos millonarios, corre dinero por debajo de la mesa y sobre la cama, es toda una orgía política. Llegan dos o tres veces a la semana, se toman unas largas vacaciones, y aprueban leyes a la conveniencia de grupos fácticos. A fin de mes, reciben su jugoso cheque.
No muy lejos de allí, se encuentran los recién electos magistrados del TSE, quienes se recetaron esta semana un bono en gastos de representación de al menos Q15 mil.
Y así podría continuar con toda la fauna que conforma este gobierno, que es, sin duda, la peor administración que hemos tenido, y conste que lo que nos espera en las próximas elecciones podría ser peor aún, porque hasta hoy no se ve ningún estadista con liderazgo, capacidad y, sobre todo, honradez.
Pero más que los politiqueros, los que debemos cambiar somos los ciudadanos, que en teoría ostentamos el poder. Lo que hacen aquí estos payasos podría hacerlo cualquier niño de 12 años, con la ventaja que sería honesto.
Lo que más duele en estas circunstancias es saber que mientras la gente muere por la inseguridad y hambre, la panza de estos politiqueros crece a sus anchas por los licores y banquetes exquisitos que degustan sin límites. No se puede continuar así, politiqueros corruptos a la cárcel, punto.
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