EDITORIAL
Realidad reclama acciones concretas
El sistema de Salud se resiste a dejar de ser el protagonista de escenas que conmueven, como ocurrió el pasado martes cuando la precariedad generalizada cobró la vida de un pequeño, quien murió en brazos de su abuela, en plena calle, cuando se supone que regresaba de una consulta médica en un centro de Salud de la zona 6.
Las versiones, por supuesto, empezaron a correr, y con ellas muchas expresiones de condena, alguna atacando al sistema y otras a la misma madre; pero en el fondo debe reconocerse que ambas posiciones pueden tener buena parte de razón, aunque quizá la mayor responsabilidad ineludiblemente se dirige al Estado.
Esto porque es el que menos resultados ha dado durante los últimos gobiernos, y lejos de que las cosas mejoren, se han complicado, por una confluencia de factores. De hecho, el nuevo gobierno ilusamente creyó que los donativos de medicamentos iban a paliar la crisis, pero esta es tan profunda que se hacen necesarias medidas de fondo para que puedan verse resultados.
Todo el sistema público ha sido una fuente de corrupción, y lo que ocurre en Salud y muchas otras áreas es el resultado de la rapiña, la improvisación y el descuido con que los gobernantes han desempeñado sus responsabilidades. La mejor evidencia de que han fracasado en ese reto es lo que ahora se observa, porque ese abandono abarca instalaciones físicas, estructura humana deficiente y una irresponsable utilización de los recursos públicos.
En el caso del gobierno presente, bien podría afirmarse que pecó de ingenuidad o de soberbia, pues se trazaba el objetivo de resolver problemas y hacer las cosas de una manera diferente, sin siquiera presentar, antes o después de la toma de posesión, un plan estratégico de trabajo, con proyectos pilotos, cifras detalladas de recursos e inversión, así como un organigrama básico de las funciones y obligaciones de los trabajadores en todo nivel.
Lejos de eso, se ha caído en los vicios del pasado, cambiando las caras en áreas visibles; pero detrás de esos relevos siguen manejando el sistema viejas estructuras que son las que más sabotean el cambio, y mientras no se emprendan acciones concretas, efectivas y contundentes, continuará la sucesión de gobernantes y funcionarios por las distintas dependencias sin que se perciban cambios.
Cualquier muerte es lamentable, pero lo es mucho más aquella que a su vez ilustra la triste realidad sobre la que avanza el país, pues coincidentemente ese mismo día perdía la vida otro menor, a los pocos minutos de haber nacido, debido a la exclusión, la indiferencia y la falta de acción de entidades públicas.
Estos dramas laceran, conmueven y desafían a todos los guatemaltecos, pero sobre todo al Estado. El presidente Jimmy Morales presentó ayer sus excusas por el desabastecimiento en los hospitales, pero más que el discurso lastimero, su obligación es lanzar un mensaje de que su administración emprenderá medidas convincentes, coherentes y sostenidas que no permitan que una madre más llore la muerte de su hijo por cuadros de salud que ni siquiera deberían ser causa de mortalidad infantil.