CATALEJO
Rechazo esperado
LA ATENCIÓN NACIONAL SE centró ayer en las declaraciones de Salvador González, en referencia a las acciones ilegales cometidas por Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti cuando ejercieron sus cargos. Ello dejó un espacio, aprovechado por los diputados, para rechazar las sugerencias de paridad de sexo y de porcentaje de etnia, contenidas en las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Sin duda, la decisión mencionada constituye una prueba más del desinterés de los políticos actuales porque cambie algo pero por otra parte se trataba de una posibilidad de imposible cumplimiento, como consecuencia de algunas razones evidentes cuando se analizan.
HASTA HACE POCO, los seres humanos eran divididos en dos, en términos de sexo, pero ahora un porcentaje poblacional difícil de determinar se identifica como perteneciente la división homosexual y lesbiana, por lo cual debería tener una representación proporcional en el parlamento, por mencionar un caso específico. Esto lleva a la necesidad de una definición legal, y esto está lejano. Por aparte, en cuanto al aspecto étnico se hace indispensable decidir si el término ladino, con el cual se identifican la mayoría de quienes tienen la ciudadanía guatemalteca, es una etnia o no. Las discusiones para llegar a acuerdos en estos dos temas tomarán mucho tiempo.
LA PREOCUPACIÓN MAYOR de lo actuado por el Congreso, se refiere a la eliminación del nepotismo. Junto con la corrupción, integra una dupla nefasta para cualquier sistema donde se intente entronizar los criterios democráticos. En Guatemala significará la continuación del aparecimiento de nefastos clanes aferrados a la administración pública: por ejemplo, alguien diputado, su hijo alcalde, su primo concejal, su sobrina ministra, etcétera. La explotación del erario como una actividad familiar ya es una actividad cuyas nefastas consecuencias son evidentes para todos, menos para quienes llegan a los puestos con el fin del enriquecimiento inmoral y sobre todo fácil.
El terrorismo obliga a revisar conceptos fundamentales
Calificación correcta
DESDE EL MOMENTO DE SER conocidos la bomba en un autobús extraurbano como el lanzamiento de una especie de cocteles molotov contra una tienda de barrio, los guatemaltecos participantes en las redes sociales calificaron correctamente esos hechos: terrorismo. Hay algo peor, porque desde hace algún tiempo ha habido otras acciones criminales cuyas características los hacen encajar en este concepto. No se trata de atentados dirigidos contra alguna persona en especial, sino es a cualquiera. Son asesinatos cometidos por el placer de realizarlos y con el fin de sembrar zozobra, desesperación y miedo, ante la imposibilidad de defensa alguna.
EL TERRORISMO TIENE EN común con el secuestro el hecho de implicar una crueldad de proporciones inimaginables. Ni siquiera el término de sociopatía es suficiente para calificarlo y además en las circunstancias de Guatemala, el convencimiento de la impunidad complementa este demoníaco coctel. Quienes por cualquier circunstancia caen en esto, no pueden ser considerados como seres humanos, sino como una especie de mutación. La sociedad entonces debe tener el derecho de defensa, porque la preservación del engranaje social no solo es más importante sino de eso depende, aunque sea a largo plazo, la supervivencia misma de la especie humana.
EN SOCIEDADES CUYAS circunstancias son normales, el aparecimiento de grupos terroristas puede ser combatido con métodos normales. Pero es un asunto distinto cuando esas condiciones sociales han sufrido un resquebrajamiento de larga duración y de efecto generalizado. No es teoría, ni es una referencia a algún mundo abstracto. La realidad objetiva, cotidiana, da las luces necesarias para saber cómo actuar, y ello obligatoriamente implica la revisión de conceptos muchas veces considerados verdades irrefutables. Se debe aplicar el criterio ético de buscar el beneficio de la mayoría y entender la relatividad de considerar al ser humano individual como centro de todo.