¿Reconstruiremos nuestra tergiversada Historia?

JULIO CASTELLANOS CAMBRANES

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de la población guatemalteca, están próximos a terminar con la prolongada dictadura cívico-militar neofascista establecida en el país en 1954. Hoy día, dice Rama, “la carga del poder” militar a favor de la oligarquía y de los intereses de tipo monopólico o imperial, está en su peor momento. Muchos de los ilusos “ladinos” urbanos utilizados demagógicamente en las últimas elecciones presidenciales, están decepcionados, buscando las puertas de salida de una experiencia histórica para ellos antes inimaginable.

Por otra parte, cada vez más oligarcas que financiaron y alentaron el terror militar están perdiendo interés en apoyar a poderosos arribistas tan torpes en la administración del actual gobierno dictatorial. Afanosamente están buscando nuevos cuadros dirigentes de reemplazo, antes de que se reduzcan más las bases pequeño burguesas sostenedoras del autoritarismo neofascista gobernante. En Guatemala se ha desatado ya, imperceptiblemente, una fuerte oposición a la dictadura, formada no solo por antiguos opositores campesinos, sino también por elementos de las capas medias urbanas fascistizadas, decepcionados por el alto grado de violencia criminal desatada en interés de las empresas nacionales e internacionales dedicadas a la agricultura de plantación para la exportación, a la minería, a la extracción de petróleo y al establecimiento de hidroeléctricas. Todas lesionan las propiedades ancestrales de las poblaciones mayas, contaminando ríos y destruyendo el medioambiente.

Según Carlos Rama, la vida económica de la antigua república cafetalera se ha contraído al disminuir el poder de compra de la mayoría poblacional, decayendo el comercio y los negocios de los banqueros e industriales cada vez más reacios a ser cómplices de la poderosa y creciente burguesía burocrático-militar. Además de productos agrícolas para la exportación, ya casi no se producen alimentos para los campesinos sin tierras obligados al trabajo semiesclavo en las nuevas plantaciones, muchos de quienes, al igual que centenas de miles de ladinos, se ven forzados a emigrar clandestinamente a Estados Unidos para no morirse de hambre.

El antiguamente poderoso imperio, hoy día en crisis y declinación internacional, busca en Guatemala soluciones políticas de recambio, al comprobar que sus dictaduras militares institucionales han pasado a la historia. Es notorio que sus agentes oficiales locales apoyan a intelectuales dispuestos a hacerles el juego y a colaborar con ellos en la restauración de la democracia y los derechos individuales burgueses.

No me cabe duda de que muy pronto la ira y frustración del pueblo maya reconstruirá nuestra tergiversada historia neocolonial.

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