Renovada esperanza

JUAN CALLEJAS VARGAS

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regional y nacional tuvieron impacto en nuestras vidas. Supondría esto que a nivel comunitario como familiar podría y sería sano que ocurriera lo mismo, de tal forma que tanto logros como fracasos tuvieran su lugar de reflexión para siempre aprender de esos tesoros que la vida nos ha permitido tener.

No tengo duda del inmenso valor que representaría para una familia, conversar durante el fin de año de esos logros individuales que suman al gran logro familiar y energizan lo que podía también ser otro enriquecedor ejercicio de fin del año: los planes del futuro. Enriquecedor, sobre todo si tenemos la comprensión de que es hacia allí, hacia ese futuro que nos dirigimos todos; y es ese futuro el único en el cual podemos a estas alturas del presente ejercer la influencia necesaria en nosotros y en los otros, para poder construirlo, diseñarlo y apropiarnos.

Hago énfasis en el trascendental valor que puede tener para nuestra vida en sociedad y con ello, la estructuración y sentido de nuestra nación, Guatemala, el hecho de que nos demos tiempo con abuelos, hijos, padres y tíos de ser posible, para conversar sobre este futuro y responder a las preguntas: ¿qué quiero estar haciendo, teniendo y siendo dentro de 20 años? Como familia: ¿cómo quisiera que fuera valorada nuestra familia, nuestro apellido y la herencia del buen nombre de nuestra estirpe?

Es muy poderosa la experiencia de un niño o niña, jóvenes y adolescentes, así como la de los mayores, cuando en una amena conversación de familia abordan con cada miembro de la familia las preguntas anotadas y otras que surgen en el proceso de la conversación. Y es poderosa, porque, en primer lugar, conversar es un hábito que hemos perdido y sin darnos cuenta, con ello hemos perdido la construcción de ese tejido familiar de relación que permite una comunicación profunda en la intimidad que se crea para asegurar la permanencia de la familia en el tiempo.

Es poderosa esta experiencia de conversar, también, porque al vernos unos frente a otros, valoramos el alto significado que tiene para la vida de la familia; la vida, planes y relaciones de los otros miembros y como en ello, se fundamenta el ahora famoso tejido social que construye la red más rica, grande, sólida e intemporal, como inmaterial de relaciones familiares que conformar una comunidad, la sociedad y las naciones políticamente sólidas.

Muchos, ahora, valoramos el poder de las redes sociales virtuales que impulsan importantes acontecimientos y formas de relacionarse que le dan a los miembros de una sociedad muchas nuevas formas de expresión y hasta de poder.

Es este poder, el poder de la red de familias que viven estamentos de principios y valores de nuestra cultura a las que podemos apelar para seguir teniendo renovada esperanza en un mejor futuro para todos. Guatemala y las familias guatemaltecas, podemos hacerlo. No se necesita dinero, depende de nosotros y de nuestra voluntad iniciar el diálogo en el hogar. ¡Pruébelo!, ¡Feliz Año Nuevo!

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