ALEPH
Renuncie, presidente
Porque su presidencia representa inestabilidad para nuestro país. Por el peso simbólico que tiene para la ciudadanía el hecho de que usted siga en la presidencia sin tener la legitimidad para ello. Por su responsabilidad política y administrativa como Jefe de Estado y de Gobierno en casos de corrupción que tienen que ver con altos funcionarios de su gobierno. Porque el inicio de los procesos penales contra esos altos funcionarios piden independencia judicial. Porque su derecho inherente de antejuicio agota y debilita a las instancias de justicia del país.
Alguien no está viendo que, si usted se queda (aunque sea solo para generar una ilusión de estabilidad y firmar los cheques que el actual vicepresidente a lo mejor no se animaría a firmar), el orden social se nos puede ir de las manos en los próximos cinco meses. Alguien está muy temeroso de que Guatemala sea Honduras con todo y su golpe de Estado. Alguien no está interpretando bien el silencio cómplice de la partidocracia guatemalteca en esta encrucijada histórica.
Desde el Movimiento Semilla se hizo un ejercicio importante de perfilar cómo quedaría una carta de renuncia escrita por usted, dirigida al Congreso de la República el día 30 de junio de 2015. En su última parte, la misiva diría más o menos así: “Considerando que quien desempeña el cargo de Presidente de la República debe representar la unidad nacional y velar por los intereses de toda su población; y se compromete a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, con el fin supremo de la realización del bien común, todos mandatos constitucionales cuyo cumplimiento hoy se me cuestiona;
Por lo tanto, con base a lo establecido en el artículo 165, literal c, de la Constitución Política de la República, presento ante ustedes mi renuncia al cargo de Presidente de la República. Espero que la misma me sea aceptada y se dé posesión del cargo lo antes posible al Vice Presidente de la República. Con el deseo más sincero de contribuir a la estabilidad política del país y al fortalecimiento del proceso electoral de nuestra incipiente democracia, así como a la transparencia de la administración pública y a la justicia que solicita el clamor popular, someto a su consideración mi permanencia en el cargo. Atentamente. Otto Fernando Pérez Molina. DPI#…”. Por supuesto, habría que certificar que quien suscribe dicha carta es quien dice ser, y que lo hace en pleno uso de sus facultades mentales y sin coacción de ninguna naturaleza.
La juventud de este país está despertando a pasos agigantados y merece tener mujeres y hombres adultos con quienes dialogar e interactuar desde la ética, la razón, la justicia y el sueño de un nuevo país. Como pocas veces en las últimas décadas, encuentro jóvenes que me dicen “quiero participar para hacer una nueva Guatemala”. Si todas las razones anteriores no le parecen suficientes, señor presidente, entonces renuncie por ellos y ellas, por las niñas, niños y jóvenes de este país que no lo han visto todo y no lo tienen por qué ver. “Nada está perdido, si se tiene el valor de declarar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”, dijo Cortázar. Como ciudadanía, estamos listos para empezar de nuevo. ¿Y usted?
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