LIBERAL SIN NEO
Ruido de devaluación
Es peligroso pensar que alguien sabe cuál “debiera” ser el tipo de cambio. Nadie sabe eso. Puedo tener una proyección sobre cómo se comportará el tipo de cambio en el futuro, pero no sé cuánto “debiera” costar un dólar. Estoy seguro de que nadie más sabe cuál debiera ser el tipo de cambio tampoco. Ni el presidente del Banco de Guatemala, ni la Junta Monetaria, ni el Fondo Monetario Internacional, ni los expertos y analistas, saben cuál debiera de ser el tipo de cambio.
El Banco de Guatemala hace como que el tipo de cambio lo determina el mercado, pero tiene los ases en la mano y los pone en la mesa cuando quiere.
El Banco de Guatemala tiene intervenido el tipo de cambio, creando ganadores y perdedores. Si el tipo de cambio se acerca a Q7.90 x US$1, el Banguat interviene y pone más dólares a la venta para que baje, cosa que puede hacer porque tiene reservas superiores a US$7 mil millones. Por el contrario, si el tipo de cambio se acerca a Q7.60 x US$1, el Banguat se pone a comprar dólares para que suba. También retira o inyecta quetzales al sistema con el mismo fin. Esta es aproximadamente la “banda” que ha logrado mantener y a la que comúnmente se le llama “estabilidad”. Hay que mencionar que esto significa que algunas personas tienen información privilegiada y oportuna sobre la dirección y tiempo del movimiento del tipo de cambio, lo que genera oportunidades especulativas para unos pocos.
A principio del siglo, en el año 2001, las remesas alcanzaban apenas US$592 millones y las reservas internacionales del Banguat se situaban en US$1,846 millones. Para el 2007, las remesas se habían disparado a US$4,128 millones, un incremento de casi 700%. En el mismo período las exportaciones crecieron más de 280%, lo que daría a pensar que el quetzal se habría apreciado y la moneda nacional tendría mayor poder adquisitivo. Pero esto no pasó, porque el Banco de Guatemala sacrificó el poder adquisitivo del quetzal y del salario chapín, en el altar de su visión de la estabilidad macroeconómica. Durante la década perdida —1980-1990— el Banguat perdió miles de millones de quetzales con tal de que la moneda no se devaluara. Durante la primera década de este siglo, el Banguat perdió miles de millones de quetzales para que la moneda nacional no se apreciara. ¿Entonces?
Las remesas superarán los US$6 mil millones en el 2015 y las reservas internacionales del Banguat están por encima de US$7.3 mil millones. El tipo de cambio se ha mantenido dentro de la banda desde el 2001, el crecimiento económico se quedó estancado y el poder adquisitivo del salario chapín se ha deteriorado.
En mi opinión, el Banguat no debe intervenir en el mercado cambiario. Pienso que en la época en la que se disparó el ingreso de remesas, el banco central se enfocó en impedir la lógica apreciación del quetzal, negándoles a los guatemaltecos un mayor poder adquisitivo de sus quetzales mientras que acumulaba reservas. Pero esa época ya pasó.
La ingeniería macroeconómica se parece más a la astrología que a la astronomía. Hay que tener mucho cuidado de jugar con el fuego de la devaluación competitiva. El crecimiento de la deuda pública podría llegar a forzar este asunto, pero el tipo de cambio debe estar determinado por el mercado, no por una mesa de “expertos”.