PRESTO NON TROPPO
Seis centenarios en música antigua
En este 2018 coinciden seis aniversarios redondos que son interesantes para la música antigua. Nace el castellano Juan del Encina, en 1468. El inglés Solomon Eccles ve la luz en 1618; su hijo John, en 1668. Con éste, el francés François Couperin, ese mismo año. El napolitano Giuseppe Scarlatti nace en 1718. Para completar, la veneciana Maddalena Lombardini fallece en 1818. Hablamos de los aniversarios de cinco compositores y una compositora, en fechas que nos sitúan a dos, tres, cuatro siglos, inclusive medio milenio, antes de nuestros días.
De los seis, el más antiguo enlaza el final del medioevo con el inicio del renacimiento y puede considerarse como uno de los iniciadores de la dramaturgia española, a tiempo de los profundos cambios que supusieron la difusión de la imprenta, así como la gramática de Nebrija, la expulsión de los moros de España y el arribo de los europeos a América. Músico, poeta y, eventualmente, sacerdote, Juan del Encina viajó por España, Italia y Tierra Santa. En su importante Cancionero está contenida su obra más difundida, una colección de casi setenta villancicos que muestran lo más granado de la temprana armonía vocal castellana, junto con El Arte de Trovar, un tratado sobre la poesía de su época. A eso ha de agregarse una quincena de creaciones teatrales que salen del antiguo discurso eclesiástico para llegar a la expresión secular renacentista. De la vigencia de su magistral manejo de las voces humanas pueden dar fe, desde 1960, una centena de discos, múltiples ediciones de sus canciones e innumerables recitales en que se le sigue incluyendo.
Muy pintoresco viene a ser el caso de Solomon Eccles, quien pasó de ser un músico al servicio de la iglesia anglicana, a activista cuáquero, repudiando la música eclesial y quemando sus propias composiciones. Arrestado, conducido frecuentemente a juicio y encarcelado, se le asocia con la figura de un agitador que corre en paños menores por las calles de Londres, durante la Gran Peste que mató allí a casi 100 mil personas a mediados de la década de 1660. Su hijo mayor, John, en cambio, se distingue como el único titulado Maestro de la Música del Rey que ocupara sucesivamente dicho cargo bajo cuatro monarcas ingleses. Activo como compositor para teatro, su legado también incluye muchas canciones y se entrelaza con personalidades de la talla de Shakespeare, William Congreve, Purcell y Händel.
A su vez, evocamos a dos miembros de familias con varias generaciones de músicos. De un lado, el parisino François Couperin, nacido ese 1668, cuya trascendencia como una de las cúspides del barroco francés es tal, que es apodado “el Grande”. Sus contribuciones a la música y su prolongada influencia le hacen merecedor de una nota aparte – que habremos de compartir oportunamente. De otro lado, hace 300 años nace Giuseppe Scarlatti, el tercero más ilustre de su linaje, a quien la vida lleva de su natal Nápoles por diversas regiones de Italia y, finalmente, a Viena. Éste se inscribe en la historia como autor de unas 30 óperas y otras obras, notablemente sobre libretos de Metastasio y de Goldoni. Por último, pero no por ser de menos relevancia, el caso de una mujer artista que sobresale excepcionalmente durante el siglo XVIII, en un mundo dominado por varones. Fallecida hace cabalmente 200 años, Maddalena Lombardini surge a mitad del período clásico, entre Haydn y Mozart, con todas las cualidades de una notable ejecutante y una bien lograda compositora italiana. Les invitamos, amigas y amigos, para que nos acompañen en la lectura de un comentario dedicado a ella, en la próxima entrega.
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