EDITORIAL

Temas ausentes en la 7a. cumbre

El suceso histórico de la 7a. cumbre de presidentes de las Américas, celebrada en Panamá, lo constituyó la presencia de Cuba por primera vez en más de medio siglo, además de los discursos oficiales de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Ambos ofrecieron una conferencia de prensa, como parte de la reunión, que debido a la justificada ausencia de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, no pudo reunir físicamente a los 35 presidentes y jefes de Estado.

Debido a la insistencia de Nicolás Maduro para que Venezuela no siga siendo calificada como una amenaza para Estados Unidos, no hubo documento final. Esa posición madurista fue apoyada por varios participantes, pero pese a ello la cumbre no pudo tener un documento y se convirtió de hecho en una serie de discursos de fustigamiento contra Estados Unidos y sobre todo el presidente Obama, quien fue exculpado y recibió halagos de Castro en su discurso de 49 minutos, en vez de los 8 que le correspondían.

Algunos temas fueron señalados muy brevemente. El mandatario estadounidense solo indicó de manera general que los gobiernos están obligados a respetar la democracia, y que era fácil utilizar a Estados Unidos como una gran excusa para cubrir problemas internos. La presidenta argentina, Cristina Fernández, dijo al respecto del narcotráfico que se debería hablar con sinceridad sobre su financiamiento y los bancos internacio nales donde se lava este dinero sucio. El presidente Otto Pérez Molina se refirió al tema de las drogas y pidió que la colaboración con el Triángulo Norte fuera otorgada sin injerencias internacionales.

Entre las menciones ausentes de los discursos se cuenta el tema de la corrupción y la necesaria lucha por acabarla —sólo mencionado por el presidente de Honduras— a pesar de ser uno de los pilares de la posición estadounidense en otros países, entre ellos Guatemala. Al haber hablado en otro momento el presidente Obama del “pragmatismo económico”, queda abierta la necesidad de una explicación del alcance de tal afirmación.

El otro tema ausente fue el de la libertad de expresión como un derecho humano, pues solo lo mencionó Rafael Correa al decir que la prensa del continente responde a oligarquías y es “mala, muy mala”, y por Obama en respuesta a las críticas del ecuatoriano. En un momento de cambios en las relaciones entre los países del continente, es importante saber la posición de los presidentes en casos como los de Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Argentina, donde quienes piensan distinto a los que intentan dictar la verdad, sufren por persecución y encarcelamiento, o por leyes casuísticas que coartan el derecho de emitir el pensamiento. Sobre todo porque la Sociedad Intermericana de Prensa lo puso sobre la mesa.

Pensando en forma optimista, es posible esperar que las promesas tácitas de los jefes de Estado se puedan materializar pronto y que las exigencias puedan ser analizadas en forma serena para que puedan contribuir a que mejore la relación entre los países, para beneficio de la calidad de vida de los ciudadanos del continente americano.

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