ECLIPSE
Transformación del país
La situación en el país cambia a diario. Aquí es más difícil que en cualquier otro lado predecir qué va a suceder. La efervescencia política nunca había estado en el nivel que hoy percibimos. Tampoco habíamos visto en los últimos tiempos la participación masiva de ciudadanos(as) de clases medias que antes estaban acomodados en su zona de confort, solo opinando en círculos privados sobre el desastre que vivimos.
Es reconfortante sentir la vibración de una juventud que emerge con ansias de aportarle al país. Ese involucramiento en asuntos de la cosa pública puede hacer la diferencia y determinar que ese segmento de población tiene la posibilidad de rectificar el rumbo.
La movilización de maestros, trabajadores de la salud y movimiento campesino sumó sus demandas a las que sábado a sábado habían expresado los manifestantes del parque. Estas reivindicaciones asustan porque tocan aspectos que ya no son tan admisibles ni sentidos para muchos. Hablar de la Ley de Desarrollo Rural, de la Ley de Aguas, de la nacionalización de la energía eléctrica, no forma parte de la llamada “demanda ciudadana” que se centra en exigir la renuncia del Presidente, repudiar la corrupción y a los corruptos y reformar algunas leyes.
Genera también optimismo la cantidad de grupos que están inmersos en el análisis de la coyuntura, cada uno con su visión, sus intereses y sus propuestas, lamentablemente sin articulación ni liderazgo. Y es que dada la capacidad que tenemos para la descalificación de unos contra otros, ninguno es digno de ser aceptado por los otros para conducir o integrar las demandas. Cada quien realiza sus acciones y toma distancia de las de los demás.
Las propuestas que hemos escuchado son más coyunturales que estructurales. Quieren que cambie de súbito el sistema, pero ese anhelo es imposible de lograr porque la institucionalidad que tenemos no permite la reconversión inmediata y porque los actores que detentan espacios de poder presentan resistencias, el cambio los aniquilaría.
Por eso es valioso el aporte que hizo Asíes la semana anterior para enfrentar los desafíos en los que estamos inmersos, en primer lugar aceptando que vivimos en un país desigual, donde las mayorías no tienen posibilidad de acceder a oportunidades en igualdad de condiciones, mucho menos a la riqueza, lo que limita severamente el pleno goce de los derechos humanos y perpetúa la exclusión,
Las doce propuestas para caminar hacia el cambio abordan las problemáticas del país, aunque erróneamente no menciona de manera explícita el desarrollo rural integral, indispensable en un país como el nuestro.
Incluye el fortalecimiento de la independencia judicial, el combate a la impunidad, la evaluación de desempeño como vía para tener jueces idóneos para impartir justicia.
También el fortalecimiento de los ingresos tributarios, que reconoce insuficientes para atender las necesidades y señala que es urgente que el gasto público sea transparente. La entidad es consecuente en el reiterado reconocimiento del incumplimiento de lo pactado en los acuerdos de paz de incrementar la carga tributaria, la que se reprogramó con el pacto fiscal en el 2000, pero no se cumple.
La creación de trabajo decente, el apoyo a las micro y pequeñas empresas, la educación de calidad, el Estado y las comunidades indígenas, la seguridad, los partidos políticos y los efectos del cambio climático son desarrollados en las 12 propuestas que son una guía para quienes, de verdad, quieren empujar el cambio y la transformación del país.